La proposición no de ley aprobada el año pasado en el Congreso de los diputados para crear en Balears un santuario marino del atún rojo con el fin de preservar la especie no se ha traducido, de momento, en nada. El proyecto nació de manos de grupos ecologistas y del propio Govern tras conocer los resultados de las cinco campañas llevadas a cabo en la zona por científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) que concluyeron que las aguas de Balears son actualmente la zona más importante del mundo para la reproducción del atún rojo después del colapso de la pesquería del Golfo de México.
La zona de protección y regulación, que no de prohibición, rondaría los 50.000 kilómetros cuadrados al sur de Balears, entre Formentera y Menorca. El santuario marino pondría límites a la sobreexplotación de la especie en el Mediterráneo y permitiría una gestión responsable de las pesquerías en colaboración directa con los científicos.
Precisamente, según explica Francisco Alemany, investigador del Instituto Español de Oceanografía en Balears, al sur de Menorca, a una distancia aproximada de entre 20 y 30 millas de la costa, se encuentra posiblemente la mayor concentración larvaria de atunes de todo el mundo, incluso de especies como el pez espada. El atún, al igual que el salmón, explica, recorre miles de kilómetros para desovar siempre en el mismo lugar que sus progenitores, mayoritariamente cerca de Formentera y Cabrera si se trata del Mediterráneo.
Miles de atunes entran a principios del verano por el estrecho de Gibraltar siguiendo las corrientes atlánticas, momento en el que deben superar el cerco de las almadrabas del sur de la Península, un sistema de pesca artesanal, que desde hace 3.000 años practican los pescadores de Barbate y Zahara de los Atunes, entre otros municipios costeros gaditanos.
Algunos filamentos de estas corrientes atlánticas, "las aguas azules" llegan a las costas del sur de Balears y tras chocar con las aguas más cálidas del Mediterráneo conforman los frentes donde los túnidos finalmente desovan. "Una de estas corrientes sube por el levante de Mallorca y tras chocar con el talud de Menorca hace un giro a unas 20 ó 30 millas al sur de Maó y es en ese lugar donde se concentran miles de larvas de túnidos y otras especies nacidas en las costas de Formentera y Cabrera", señala el investigador del IOE.
Alemany comenta que las aguas de esta zona de Menorca son muy ricas en plancton, esenciales para el desarrollo de las larvas y además apenas tienen predadores. Menorca es el jardín de infancia de los atunes. Aproximadamente dos semanas más tarde, los alevines se dirigen hacia aguas abiertas más al norte, al Golfo de León, en busca de mayor alimento.
Un 80 por ciento menos
El experto explica que desde hace poco más de diez años, coincidiendo con una subida del precio de mercado mundial del atún, se concentraron en las aguas de Balears las grandes flotas de cerco del atún, una flota industrial en su mayoría francesa y de países del centro y sur del Mediterráneo (Croacia, Italia, Malta, Argelia, Túnez, Libia). En apenas tres décadas la masa de ejemplares se redujo en un 80 por ciento.
La sobreexplotación gracias a las nuevas tecnologías (vigilancia aérea para detectar las masas de peces) esquilmó la zona y la mayoría de la flota se vio obligada a emigrar y buscar nuevas pesquerías de atún en el norte de África, cerca de Libia y Túnez. En Balears sólo permanecieron algunos barcos catalanes. Gracias a una pesca menos intensiva y más controlada, la zona comenzó a mostrar síntomas de recuperación, momento en el que diversos grupos ecologistas reclamaron la creación de un santuario marino de atún rojo en las islas, una zona de protección para la reproducción de la especie, el cierre total de la pesquería industrial en el área propuesta como reserva.
El año pasado el Congreso aprobó por unanimidad una proposición no de ley para crear el santuario, aunque limitaba la duración del cierre solamente a la época de reproducción.
La creación de un santuario siendo positiva en su conjunto, perjudicaría, en cambio según el investigador Francisco Alemany, a los pescadores que estos años han demostrado una gestión sostenible de las pesquerías de Balears, por eso aboga por medidas que, en todo caso, eviten el regreso en masa de la flota de arrastre que esquilmó estas aguas. El investigador entiende que se trata de una zona de especial interés, un área de reproducción sensible que debe ser controlada. Al respecto recuerda que desde hace años existe en las Islas la figura de especial protección de las 50 millas alrededor de la costa. Esta figura permite a las autoridades españolas aplicar controles para verificar el cumplimiento de las normas europeas en temas pesqueros, es decir, sobre cuotas y tamaños. "Este podría ser un punto de partida para evitar que la flota que se marchó vuelva y arrase", explica.
Stock para tres años
El científico comenta que la mayor parte del atún capturado en el Mediterráneo es adquirido por Japón, país que asegura acumula un stock para atender su mercado durante los próximos tres años. Precisamente el país del sol naciente y las flotas industriales han sido uno de los grandes beneficiados tras el reciente rechazo internacional a la propuesta de algunos países de incluir el atún rojo en la convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES). Las almadrabas andaluzas también se han beneficiado del rechazo porque a pesar de practicar una pesca más sostenible también estaba dentro de una medida que no hacía distinción entre la pesca artesanal de la almadraba y la de cerco e industrial. La propuesta supondría la prohibición del comercio internacional del atún rojo del océano atlántico norte y del mar Mediterráneo, pero no la pesca para su consumo Interno. Alemany comenta que es la tercera vez que esta propuesta se discute en CITES.
El Gobierno de España considera que este organismo no es el más apropiado para abordar la cuestión de las pesquerías comerciales y aboga por esperar a los resultados del último plan de recuperación aprobado por la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Rojo en el Atlántico Norte (ICCAT) que recomendó en 2009 una reducción de capturas; no superar las 13.500 este mismo año y reducir la campaña a un único mes, del 15 de mayo al 15 de junio. Alemany explica que en 2006 se limitaron las capturas a 32.000 toneladas, cuando los científicos ya pedían no superar las 22.000. "Luego se averiguó que la pesca real rondó ese año entre las 50.000 y 60.000 toneladas", precisa.
También en 2006 se establecieron nuevas medidas para evitar la pesca de juveniles y pasar de los seis kilos permitidos hasta los 30. "En 2009 por primera vez hubo un consenso de que había que poner límites para no esquilmar la zona y acabar con el negocio", apunta. "Ahora en aguas de Balears comienzan a verse más juveniles. Estamos a tiempo de salvar la especie, además el cambio climático parece que a corto plazo favorece la reproducción del atún", añade.
La creación de un santuario en Balears no se encuentra dentro del plan de recuperación de la especie impulsado por la ICCAT, pero si se cumplen las restricciones planteadas por este organismo y se aplica la figura de protección de las 50 millas, incluso podría no ser necesario. Sin embargo, es importante saber si el Gobierno español tiene previsto crear o no una zona de protección de esta especie en Balears en previsión de que la recuperación de la pesquería provoque el más que seguro regreso a estas aguas de la flota de cerco e industrial y, por tanto, sea necesario imponer medidas drásticas de gestión en la zona.