Autoficha
Me llamo Laura Serrano Serra y tengo 24 años. Nací y vivo en Maó y soy profesora de La Salle Alaior desde que terminé la carrera hace tres años. El domingo que viene hemos organizado la marcha solidaria de PROIDEBA. Saldremos a las 8 de la mañana del colegio y subiremos andando a El Toro a comer paella. Mis aficiones son viajar, el tenis, estar con familia y amigos y todas las actividades relacionadas con la naturaleza.
¿Quiso ser profesora desde que era pequeña?
La verdad es que no. Siempre me atrajo más el mundo de las ciencias, como la biología o la veterinaria. Pero debo decir que en mi familia hay muchos profesores y he vivido bastante en ese ambiente. Cuando llegó el momento de escoger estudios pensé en enseñanza y deporte, una materia que siempre me ha gustado y al final me decidí por magisterio de Educación Física. No me arrepiento en absoluto.
¿Cómo recuerda su primer día de profesora?
Salí temblando de la clase. Desde que empecé a trabajar hace tres años, no he dado clase de educación física, sino que he sido tutora de cuarto, quinto y sexto de primaria. Creo que es una responsabilidad pero es muy gratificante. Lo que me gusta es que cada día es un reto, no sabes qué va a pasar y siempre vas con ilusión. También me agrada la cercanía con los padres, reflexionar con ellos.
¿Qué piensa de que los profesores reclamen poder tener más autoridad?
Primaria es otro mundo, todavía son niños y la figura del profesor se respeta. Hay que tener en cuenta que el tutor pasa muchas horas con ellos, algo que no sucede con secundaria. En el caso de La Salle, es un colegio muy familiar. Conocemos a los niños y existe una buena colaboración con los padres. En general, creo que hay que inculcar más valores. La base de la educación debe venir de casa, la escuela no se puede ocupar del cien por cien, debe ser un trabajo en conjunto con la familia y el círculo en el que se mueva el niño.
¿Qué hay de los proyectos en los que participó con PROIDEBA?
PROIDEBA es la ONG de La Salle y lleva a cabo proyectos en el tercer y cuarto mundo. Yo tuve la oportunidad de ir a Paraguay a desarrollar varias acciones durante un mes y medio, en una escuela y construyendo instalaciones sanitarias. También estuve en Valencia dos semanas trabajando con niños con problemas afectivos de 6 a 17 años. Las dos experiencias fueron muy enriquecedoras a nivel personal pero la que más me afectó fue la de valencia, porque, mientras que a unos les falta lo material, el dinero; a otros les falta lo más básico, el afecto. Es una realidad dura y triste.