Su cese se publicaba ayer en el BOIB, pero Esteve Ferrer Panadès (Barcelona, 1965) sigue sintiendo como suyo el extinto Departamento de Ciudadanía y Família. Tras su paso por diferentes multinacionales y por Caritas de Menorca, Ferrer recaló en el Consell de la mano de Joana Barceló como responsable de Acción Social y Sociosanitaria en julio de 2007. Un año después, la marcha de la presidenta al Govern motivó que Ferrer pasara a la única conselleria que ha desaparecido al concretarse en la Isla el plan de austeridad de Zapatero.
¿Era necesaria esta reestructuración?
Me resulta complicado valorarlo. Hay un dictamen propiamente estatal de reducción de cargos públicos y, por tanto, se ha decidido reducir. Si es necesario o no, no lo sé, lo que sí que puedo valorar positivamente es el trabajo que se ha hecho durante estos tres años y que, siquiera durante este tiempo, esta conselleria haya existido. Ha permitido a los conselleres que la hemos ocupado, Joan Marqués y yo, tener una proximidad mucho más grande a los cuatro principales servicios que llevamos y avanzar en todo el trabajo de planificación y organización de estos servicios. Creo que el resultado ha sido bueno. Por tanto, hubiera estado bien haber continuado un año más pero si es más necesaria una reducción que la labor que desempeñábamos se asume con toda tranquilidad y agradecimiento por la confianza otorgada.
Podría pensarse que no es un buen momento para suprimir esta conselleria.
Sí pero en este sentido supongo que el presidente ha hecho su reflexión y cualquier recorte hubiese sido difícil. ¿Qué se hubiese podido eliminar ¿Turismo, Cooperación Internacional cuando son más necesarias que nunca? Todos los recortes son dolorosos, se ha optado por mí y lo he encajado con toda deportividad y no con crítica sino con agradecimiento.
¿Qué destacaría de su tiempo como conseller?
Por una parte, el incremento de los procesos de participación, tanto a efectos de mujer como de inmigración o drogodependencias. Hemos querido que cada una de estas áreas tenga sus entidades de participación, el Consell de la Dona, la Comissió Institucional de les Drogues y el Foro de la Immigración, lo que permite acercarlas a la ciudadanía. Por otra, se ha hecho una planificación a largo plazo, desde las competencias del Consell y la proximidad con la ciudadanía, planes aprobados o en vías de aprobarse, lo que es un hito. Finalmente, destacaría la financiación. Acabamos la legislatura pasada y los convenios que teníamos para financiar todos los servicios rondaban los 200.000 euros. En 2009 se cerraron con 800.000. Gracias a esto no sólo cubrimos déficit, justificando sobradamente la estructura de más, sino que hemos podido incrementar horarios de servicios o su localización. En drogodependencias o inmigración no tenemos competencias y prestar servicios en estas áreas es voluntad política del Consell, lo que generaba un gran déficit. Ahora tenemos la financiación necesaria para poder cubrir, si no la totalidad, buena parte de estos servicios.
¿Se equivoca el Consell asumiendo estas competencias?
Creo que no. Una de las cosas que toda la institución tiene clara es que los problemas de los menorquines son los problemas del Consell y que, tenga o no competencias, el Consell, nosotros, hemos de hacer todo los posible para intentar resolverlos. Otra cosa es que se pueda, se tengan la estructura y los recursos para hacerlo, pero no podemos lavarnos las manos porque no tenemos competencias. Hemos de estar junto a la ciudadanía y todos estamos de acuerdo en que debemos ser el gobierno de los menorquines, por lo que el Consell ha de ser una institución que crezca en estructura, en competencias, en servicios, en todo.
¿También en entendimiento? Da la sensación de que las posturas de equipo de gobierno y oposición están muy distanciadas.
Evidentemente, hay diferencias muy claras, como es democráticamente legítimo, de planteamiento y de ideas. Creo que nos estamos pasando todos un poco con el lenguaje y que podríamos utilizar formas más de "gentleman". En este aspecto yo mismo debería haber aprendido mucho más, por ejemplo, de la consellera que me hacía oposición, Salomé Cabrera. Ha sido una persona que ha trabajado muy bien y de la que no tengo ninguna crítica en este aspecto. Suavizar las formas sería muy buena contribución para la institución.
¿También entre los socios del equipo de gobierno?
Hay unos principios que se mantienen que son la voluntad de gobernar conjuntamente y lo mejor posible. Las situaciones de tensión forman parte del juego democrático y de ninguna manera se han de magnificar ni tampoco utilizarse. Las discrepancias en temas puntuales no han cuestionado la esencia del pacto.
¿Ve factible que sus competencias se engloben en otra conselleria?
Estoy muy satisfecho y quiero agradecer al presidente la decisión de que mi director, Antonio Anglada, continue. Hubiese creado un serio problema de continuidad que ni él ni yo hubiésemos seguido porque, por muy bien que se hubiese hecho la delegación de funciones, hubiesen podido quedar cosas en el tintero.
Aparte de no haber acabado el mandato, ¿qué peros le pone a su paso por el Consell?
Hay personas que profesionalmente se quieren dedicar a la política, algo que es legítimo y admirable, y actitudes de profesionales que en un momento determinado quieren hacer una aportación política pero que no lo ven como una profesión a largo plazo. Yo me incluyo en este segundo grado. Entiendo que he hecho esta aportación política y aquí se acaba este ciclo por mi parte. Sólo tengo palabras de agradecimiento, creo he hecho un buen trabajo y que, personalmente, ha sido una experiencia muy enriquecedora.