La reforma de una casa es un proceso complejo y conlleva un tiempo que acostumbra a no ser poco ni predecible. Si la casa es antigua, la cosa se complica porque los desperfectos son mayores. Y si lleva mucho tiempo deshabitada, la dificultad es mayor por su estado de abandono. Por tanto, que se haya tardado cinco años en reconstruir una vivienda abandonada con prisa por sus habitantes hace 2.300 años no es nada exagerado.
La casa está situada en el yacimiento de Torre d'en Galmés, concretamente en el Círculo 7, y ha sido reformada por un equipo de Amics del Museu de Menorca, con la colaboración del Consell, el Ayuntamiento de Alaior y unos ochenta estudiantes que han participado en las excavaciones durante cinco veranos.
El último año se ha dedicado al proceso de restauración, liderado por Xisco Isbert, que se ha valido para ello de la información obtenida por los arqueólogos que llevaron a cabo la excavación durante los cuatro anteriores. "Quitaron las piedras y las numeraron, luego en función de donde habían encontrado se rehizo el puzzle", explica Isbert. Los muros se han consolidado y no se ha incorporado ningún elemento nuevo.
De hecho, el cambio que ha experimentado el Círculo 7 en cinco años ha sido espectacular. De un montón de piedras se ha pasado a una vivienda del siglo III antes de Cristo perfectamente visitable. Mateu Martínez, presidente de Amics del Museu de Menorca, habla incluso "del final de una etapa" en la entidad.
Antoni Ferrer, codirector de la excavación, matizó que la reconstrucción es la parte visible del trabajo, pero que ahora queda la tarea de laboratorio, de escudriñar en lo hallado para sacar conclusiones, nuevas informaciones, y divulgarlas.
De momento ya se conocen algunas cosas, como que es una casa con una estructura habitual en los momentos finales de la prehistoria, semicircular, con una distribución radial de las habitaciones, en la que vivía una familia en el sentido amplio de la palabra, es decir, con suegra, cuñados, abuelos... No en vano ronda los 150 metros cuadrados.
Se sabe además, dice Ferrer, que los habitantes de la casa salieron en estampida, porque dejaron muchos objetos sin recoger. Es decir, no fue una mudanza sino más bien una urgencia, quizás por un ataque ya que su desalojo coincidió en tiempo con la segunda guerra púnica, "aunque es muy arriesgado asegurar estas cosas", explica Ferrer. Estos artilugios han permitido intuir que una habitación era para el telar, otra para manipular alimentos (se han localizado morteros), una tercera para descansar y que el fuego para cocinar se encendía en el centro. Queda pendiente de interpretación el hecho que se encontraran en el interior de la vivienda los restos de hasta seis seres humanos, algo peculiar.
Amics del Museu de Menorca mira ahora hacia el patio exterior de la propia casa, que se intuye rico en materiales y, por tanto, en información histórica.