Encontrar en un periódico ecuatoriano una noticia que hable de la cumbre latinoamericana celebrada en las Islas Galápagos para definir el modelo de desarrollo ecoturístico de la zona no es nada extraño pero que lo haga incluyendo el nombre de Menorca y el del representante del GOB, Miquel Camps, es más bien asombroso.
Fue el miércoles día 22 (y hasta el viernes 24 de septiembre) cuando Miquel Camps tuvo la oportunidad de participar en esta cumbre donde se debatía el modelo turístico a impulsar en las Galápagos. En concreto, fue en la Isla de San Cristóbal donde se desarrolló el cónclave y donde Camps expuso, ante más de 200 personas entre autoridades políticas de Ecuador y colectivos locales, la experiencia menorquina en el control del crecimiento urbanístico ante un turismo masivo así como la puesta en marcha de los acuerdos de custodia del territorio.
La oportunidad de recalar en tan distinguida zona de interés mundial se remonta a cinco años atrás cuando Camps ya fue invitado a otra Isla, Santa Cruz, para debatir sobre turismo, a través de una fundación internacional que contribuye al desarrollo sostenible de América Latina y con la que estaba trabajando.
Recién llegado de las islas que Darwin hizo famosas por la Teoría de la Evolución por selección natural, Miquel Camps informa de que ante la llegada de turistas "se habían marcado como cupo de entrada unos 50.000 visitantes al año cuando actualmente ya acceden a la zona 150.000".
El negocio del turismo ha sido aprovechado por las empresas del continente mientras que las comunidades locales no han podido beneficiarse de ello. Camps añade que "la cumbre pretendía, siempre con el claro enfoque de conservar Galápagos, redefinir el sistema para llegar a un acuerdo para que las comunidades locales también puedan participar". A su vez, temen vivir la misma experiencia respecto a la explotación urbanística, es decir, que sean grandes compañías extranjeras las que se implanten, construyan y exploten el turismo sin tener el cuenta el enclave y la belleza de la zona.
Ante este hecho, Camps informa que se mostraron especialmente interesados sobre "nuestros órganos de control de crecimiento así como de estos acuerdos agrarios". Aunque el viaje pretendía dar a conocer la experiencia de una Isla que ya ha sufrido una situación similar, Camps también tomó nota de algunas buenas prácticas. "Allí los turistas no pueden conducir y los residentes que tienen permiso deben demostrar que necesitan un coche".
Ante este hecho, se han creado cooperativas de transportistas que, a un ínfimo precio, transportan al viajero a su vez que hacen de guía naturalista. Una idea que Camps no descartaría para Menorca.