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La basura que levanta montañas

Los residuos depositados en Milà II en los últimos 15 años han generado una colina de 25 metros de altura y 5,5 hectáreas de extensión que equivalen a un edificio de nueve plantas

AMPLIACIÓN. Milà III tendrá una extensión cercana a nueve hectáreas y una vida útil de 21 años - Gemma Andreu

| Maó |

Un bando de chillonas gaviotas sobrevuela Milà II, una montaña artificial de basura de 25 metros de altura que emerge al norte de Maó hecha a base de coloridos retales de plástico, residuos varios, tierra y enormes piedras en la base sin otro fin que impedir que la inmundicia se desmorone.

El equivalente a un piso de nueve plantas que se extiende a lo largo de 5,5 hectáreas, apenas contiene los residuos generados por la Isla en los últimos 15 años, pero muestra síntomas claros de saturación. A sus pies, el Consorcio de Residuos Urbanos y Energía de Menorca prepara los terrenos para ampliar la montaña de porquería generada por la irrefrenable sociedad de consumo.

Milà III tendrá una extensión cercana a las nueve hectáreas. El Consell era propietario de la mayor parte del suelo, aunque el año pasado compró 75.501 metros cuadrados más por un valor de 454.198 euros. Cuando el nuevo vertedero entre en funcionamiento el antiguo será sellado e impermeabilizado.

Milà III tendrá una vida útil de aproximadamente 21 años y se dividirá en cinco partes diferentes para recoger en cada una de ellas un tipo específico de materiales; desde residuos sólidos urbanos ya tratados en planta, pasando por tierras contaminadas, hasta las cenizas generadas por el propio horno incinerador existente en las instalaciones.

En total el complejo de Milà ocupará con la nueva ampliación aproximadamente 30 hectáreas todas ellas ubicadas en una zona declarada Lugar de Interés Comunitario (LIC) entre S'Albufera y La Mola. De hecho para la ejecución del nuevo proyecto, el Consorcio de Residuos se ha visto obligado a adoptar medidas correctoras tal y como establece la normativa vigente de patrimonio Natural y de la Biodiversidad y que acaban de obtener el visto bueno de los técnicos de Red Natura 2000, el ente adscrito a la Comisión Balear de Medio Ambiente que vela en las Islas por la protección de los espacios naturales reconocidos por la Unión Europea.

Para compensar los efectos negativos del proyecto de ampliación del vertedero de residuos no peligrosos se habilitará la finca de Santa Eularieta como zona LIC, en total serán 355.793 metros cuadrados, 100.000 de los cuales son propiedad de Consell y que serán reforestados con especies vegetales autóctonas, algunas de ellas procedentes del desbroce que se realiza estos días en la variante de Ferreries, como grandes encinas. El coste aproximado del proyecto de reforestación rondará los 22.600 euros.

Concesión
La actual concesionaria del vertedero, la empresa Juan Mora S.A., finalizó su contrato el pasado mes de abril tras 15 años al frente de la gestión de Milà, no obstante, según informó ayer la técnica del Consorcio, Catalina Pascual, continuará al frente de la concesión hasta la resolución del nuevo concurso.

El pliego de condiciones ya ha sido aprobado, si bien la tramitación de la adjudicación del servicio se encuentra paralizada a la espera de la aprobación del proyecto ampliatorio del vertedero. Las bases del nuevo concurso priman la eficiencia en el tratamiento de residuos para disminuir al máximo la cantidad de basura que finalmente se deposita en el vertedero y la reducción de las tasas abonadas para el tratamiento de todo tipo de residuos que llegan a la planta.

Estos dos factores, según explica Pascual abren la puerta a la introducción en Milà de nuevas tecnologías más eficientes y modernas en el tratamiento de los residuos. La técnico también explica que en el caso de que el proyecto ampliatorio no obtenga el visto bueno el año próximo año (en la actualidad se encuentra sobre la mesa de la Comisión Balear de Medio Ambiente) fecha límite de la vida útil del vertedero actual, existe "un plan B de emergencia" consistente en la extracción del material de excavación que durante años acumuló el recinto, para su reciclado en la nueva planta de triatges. El hueco dejado serviría para prolongar temporalmente la vida del vertedero.

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