El Ateneu de Maó acogerá hoy a partir de las 20 horas la conferencia de Javier Vicente Domingo, director del Museo de la Evolución Humana de Burgos, en la que explicará el funcionamiento del centro, que tiene como objetivo acercar a los ciudadanos la inmensidad de los restos prehistóricos de Atapuerca y de la evolución humana de forma didáctica y amena.
¿Qué tiene de diferente el Museo de la Evolución Humana de Burgos?
Es un museo singular porque aunque habla de la prehistoria, de la evolución biológica o de los modos de subsistencia de nuestros antepasados, está diseñado como un museo del siglo XXI. La idea la sugirió un equipo de investigación de Atapuerca. Querían impulsar un museo basado en el rigor científico pero que no fuera un museo de ciencia, sino un museo para contar una historia, la historia sobre nosotros mismos.
¿Es posible explicar la historia de forma amena sin perder de vista el rigor científico?
Sí. Se ha tenido mucho cuidado para conseguir que lo que se explicara fuera accesible y atractivo pero sin perder el rigor científico. El objetivo es que la gente perciba que lo que le estamos contando de forma amena tiene una base científica. Hay una línea muy delgada que separa los parques temáticos, que buscan más el ocio, de un museo divulgativo
¿Qué experiencias llevadas a cabo en el museo que dirige podrían aplicarse a Menorca para potenciar el patrimonio que posee?
Yo no quiero dar lecciones a nadie, pero alguna de las cosas que se han hecho en Atapuerca podrían ser aprovechables aquí. Menorca tiene muy buena materia prima, únicamente hay que diseñar la estrategia y creo que ya se está en ello. A nosotros nos ha funcionado muy bien el hecho de trabajar desde lo público pero también desde lo privado, conjugar la acción de las administraciones en colaboración con científicos e investigadores privados. Menorca cuenta con un patrimonio singular. Hay que trabajarlo, descubrirlo, ponerlo sobre la mesa contando una historia interesante. En Atapuerca ha sido una fórmula exitosa. Ha sabido hacer un producto científico, social, cultural y turístico.
¿Esa fórmula es válida también para que la gente sienta como suyo el patrimonio cultural que le rodea?
Cuanta más gente esté involucrada con la investigación, más gente podrá luego difundir entre la sociedad menorquina los conocimientos sobre el patrimonio con el que conviven. Es importante que los menorquines valoren lo que tiene y se impliquen. Pero para que eso sea posible, tiene que haber alguien que los ilustre, los movilice y busque su complicidad.
Dice usted que el Museo de la Evolución Humana no nace como un proyecto turístico sino como una iniciativa científica. ¿Son dos actividades incompatibles?
No, de hecho es bueno que un museo sirva para atraer turismo. Pero nosotros no vemos a los visitantes como turistas. Los vemos como gente a la que le interesa lo que le contamos, que después de la visita va a saber más de sí mismo. En el caso de Burgos, ha sido un impulso turístico importante.