El historiador y ensayista, Ricardo García Cárcel, (Requena, 1948) ofrecerá hoy a partir de las 20.15 horas, en el Ateneo de Maó la ponencia titulada "España y Europa en la Guerra de Sucesión Española y el desenlace del Tratado de Utrech", dentro del ciclo de conferencias organizadas por Fundación Hospital Isla del Rey con motivo del 300 aniversario de la construcción del viejo Hospital Naval. García Cárcel, catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona, autor de una quincena de libros y experto en el Siglo de Oro español, la Inquisición y la Guerra de Sucesión, disertará sobre las peculiaridades de Menorca en la convulsa Europa del siglo XVIII y su especial relación de amor-odio con la corona británica.
¿Qué pretende destacar hoy en la conferencia que ofrecerá en el Ateneo?
Quiero plantear las características de la Guerra de Sucesión Española (1701-1715) en su doble dimensión; de guerra civil que enfrenta a las coronas de Aragón y Castilla, y sobre todo, profundizar en la vertiente de guerra internacional en la se confrontan dos europas con el excusa de la sucesión de Carlos II, el último rey de los Habsburgo en favor del Borbón Felipe V. Por una parte está el bloque que forman Austria, Holanda, Inglaterrra y Aragón -que apoya al pretendiente el Archiduque Carlos de Habsburgo- frente a la alianza que forman la corona de Castilla y Francia -en favor de Felipe V-. Quiero analizar cuál es el caso de los catalanes, el de la corona de Aragón, y el caso de los menorquines.
¿Y cuál es el caso de los menorquines?
Hablaré de las peculiaridades de Menorca. Y es que a diferencia de Mallorca que sigue los pasos de Cataluña y en 1705 pasa sin problemas de la jurisdicción borbónica a la austricista (apoyo a la candidatura del Archiduque Carlos de Habsburgo), en Menorca tarda más en triunfar el austricismo. Además, se hace a través de una situación atípica, como es la conquista militar de la Isla por los británicos. Menorca reproduce la misma situación que Gibraltar.
¿Qué quiere decir?
El problema al que se enfrentan los menorquines es a quién han de servir. En Mallorca el dilema era apoyar a los austricistas o a los borbones, mientras que en Menorca, además de existir una minoría borbónica, se plantea el problema de si son súbditos del rey español o son súbditos de Inglaterra, de la reina Ana. Al final se impone la opción inglesa con el argumento discutible de que Inglaterra lo único que hacía con la posesión de Menorca era cobrarse los servicios militares prestados en su día a la corona de Carlos II.
¿Por qué Menorca era tan importante para los británicos?
Por razones estratégicas en el Mediterráneo, lo mismo que Gibraltar lo era para el comercio con América. La política inglesa desde finales del XVII se proyecta hacia la consecución de una base de abastecimiento y coordinación comercial en el Mediterráneo. Ese interés se mantiene en Menorca hasta 1802 con dos paréntesis (una breve ocupación francesa y otra incorporación a la corona española).
¿Por qué Menorca fue pieza de cambio en Europa durante el siglo XVIII?
La rivalidad Menorca y Mallorca marca las relaciones a lo largo del tiempo. Menorca se esfuerza por tener sus propias señas de identidad. Mallorca ha tenido históricamente una vinculación con Cataluña, con Barcelona en particular, que Menorca no ha tenido.
De hecho su mayor relación ha sido con la corona británica ¿por qué?
Los británicos supieron cultivar esta relación de la misma forma que lo hicieron con Portugal. Inglaterra no sólo ha buscado colonias, sino territorios en los que pudiera ejercer un protectorado cultural y económico. Son significativos algunos de los pactos que Menorca hace con Inglaterra. Destaca la aceptación por parte de la reina de dos condiciones impuestas por los menorquines como es el respeto a la religión católica y los fueros específicos. Inglaterra respetó las señas de identidad menorquinas.
Hablando del respeto inglés. Cuando el Duque de Crillón desembarcó al norte de Maó en 1781 al frente de un ejército franco-español, fue recibido con cierta frialdad por los menorquines. La añoranza británica es clara.
Sí, pero hay que tener en cuenta que no existe una Menorca uniforme. Hay quienes son más castellano parlantes, otros son más pro catalanes y hay otra Menorca más anglófila. La Isla no tiene una seña de identidad uniforme.
Precisamente ese profundo sentido religioso que tenía la Isla y que los ingleses a priori respetaron ¿cree que ha sido uno de los motivos por el que la dominación británica no fue más profunda y posiblemente evitara una mayor captación de los menorquines?
Posiblemente. No soy un experto en el tema, pero la religión es una reserva cultural que marca una distancia como para llegar a existir una plena identificación con el mundo inglés. Pero el legado cultural británico es muy importante en la Isla; desde el terreno artístico hasta el lingüístico. De todas formas, el interés británico en la Isla y en otras colonias siempre ha sido el tener un protectorado, un territorio base para sus intereses colonizadores.
¿Entonces qué beneficios reportó a su juicio la presencia británica en Menorca?
Una cierta estabilidad a lo largo del XVIII, pero hay testimonios que mañana [por hoy] leeré que señalan que durante los primeros tiempos Menorca llevó muy mal la adaptación al mundo inglés. Hay testimonios de resistencias, de versiones catastrofistas del dominio inglés y, por tanto, la relación no fue tan idílica. Menorca se hizo austricista porque estaba al servicio de la causa del rey de España que era el Archiduque Carlos, lo que pasa es que a partir de 1711, el rey prefirió irse como emperador a Austria y dejar de ser rey de España y los austricistas no tenían un rey bajo el que guarecerse.
Menorca se hizo inglesa porque no tenía otro remedio.
Se puede decir así, el deslizamiento de Menorca hacia Inglaterra en el tratado de Utrech fue una consecuencia del abandono objetivo de los intereses por el que los menorquines habían apostado. Ante ese vacío de poder se pusieron en la órbita de los intereses británicos y no por el dulce encanto de los ingleses. Otra cosa es que los británicos supieron dar a los menorquines un relativo margen de autonomía.