Con la mili recién acabada, Pedro Tudurí Pons se plantó en París, Menorca le ahogaba. En su macuto, repleto de ilusiones, cabía poca cosa más, sus ahorros y la confianza en si mismo, porque quería crecer, ser artista y la "Ciudad de las Luces" era el punto de partida para iniciar el "salto al futuro".
¿En qué año diste el salto?
En 1977. En marzo terminé la mili y en septiembre llegué a París con la pretensión de ingresar en la Escuela Superior de Bellas Artes, pero, allí iniciaban el curso en abril y, por dicho motivo no pude hacerlo, tuve que esperar.
Primer contratiempo pero lo superaste. ¿De qué manera?
En París había 20 escuelas de Distrito y comprendí que debía inscribirme en una de ellas, y después de hablar con diversos directores comencé el curso en la que me pareció más conveniente; el director, una persona amabilísima, al conocer mis pretensiones, me dijo que debía dedicarme a pintar desnudos y mejorar mi escasísimo francés.
E hiciste ambas cosas con resultado positivo.
Efectivamente porque en abril del 78 entré en la Escuela Superior de Bellas Artes; lo que consideré como un éxito ya que de 2.000 aspirantes, solo conseguimos superar el ingreso 180 repartidos en las diversas modalidades que se impartían en la Escuela.
Sigamos con el relato, ¿qué profesores te guiaron?
Juan Bertholle y Oliver Debre, éste último muy enraizado en la política del país por sus vínculos familiares además de ser un excelente profesor; durante los dos primeros años me dediqué a los grandes formatos y a la pintura abstracta en los tres años siguientes. Además de las clases prácticas teníamos las teóricas en las que estudiábamos la Historia del Arte, técnicas pictóricas, Historia de las Civilizaciones, Morfología Humana, Arquitectura elemental y otras asignaturas, 14 en total, encuadradas todas ellas dentro de lo que se llamaba "Unidad de Valor"; y tras estos 5 años obtuve el Diploma en pintura con mención "B".
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