El Pati de sa Lluna se ha convertido de un tiempo en esta parte en una autentica caja de sorpresas. Desde que los obreros comenzaron hace ahora casi un año los trabajos de rehabilitación del convento franciscano del siglo XVII, han proliferado los hallazgos de elementos desconocidos, tanto arquitectónicos como artísticos. La dirección de obra confiesa que las sorpresas son habituales en un edificio tan antiguo que apenas está documentado. Pero en este caso, la remodelación del viejo claustro se ha convertido en un verdadero reto, en un arduo trabajo de observación e investigación, un autentico rompecabezas. Con la expropiación de los bienes de la Iglesia que acarreó la desamortización de Mendizábal en el siglo XVIII, el convento pasó a acoger pequeñas viviendas. Incluso apenas hace medio siglo se habilitó un taller de calzado en la planta altillo y todavía son muchos los alaiorenses que guardan en su retina el desalojo de un grupo de "okupas", sus últimos moradores. La eliminación de las edificaciones añadidas al proyecto original a lo largo de diferentes épocas ponen al descubierto nuevos espacios y obligan a modificar el proyecto de reforma recientemente diseñado. De hecho, a medida que se desarrollan los trabajos, es la estructura del propio edificio la que está indicando a los técnicos cómo deben adaptar el proyecto original. El histórico solo incluía una planta baja y un primer piso, posteriormente, se añadió una planta más, aunque nunca llegó a concluirse. Precisamente, esta última planta es la que más disgusta a la dirección de obra por su escaso valor arquitectónico.
Primero se descubrieron los frescos del siglo XVII, las "grisallas" que recrean escenas religiosas y que, una vez finalizados los trabajos de rehabilitación, serán objeto de una profunda restauración. Luego salió a la luz una escalera antigua que conectaba todas las plantas del inmueble, así como una puerta que sube al campanario. Sin embargo, el hallazgo más sorprendente fue el aljibe de 70 metros cuadrados y 14 metros de altura, que actualmente está en uso y que ocupa el subsuelo del patio central. Los constructores originales del edificio aprovecharon como cisterna el hueco dejado por la cantera de donde se extraía el "marès" para levantar el edificio.
Ahora, según explican el arquitecto Bernadí Seguí y el aparejador Rafael Mus, se descubren nuevas bóvedas, arcos y paredes que están obligando a tomar decisiones sobre la marcha. Ventanas que hay que convertir en puertas y viceversa. "Este es un proceso en el que vamos descubriendo cosas, y también aprendiendo. Es un trabajo de cirugía y de imaginación. Reconstruimos la historia con los nuevos hallazgos, aplicando la lógica constructiva y el conocimiento de los materiales", comentan.
Los trabajos actuales se centran fundamentalmente en la consolidación de la estructura, especialmente en el muro que da a zona de las escuelas. "Los huecos que presentaban eran cuantiosos". La pared ofrece dos caras de piedra desigual recubiertas en su interior con cascotes y tierra. Además, los rellenos de las bóvedas, donde descansan las fuerzas de la piedra, son de tierra. La consistencia es, por tanto, limitada, La técnica constructiva empleada en la rehabilitación consiste en la inyección de mortero de cal y, en algunos casos, se llega a mezclar con piedras de marès.
Daños peligrosos
Los trabajos de consolidación ya han llegado incluso hasta el tejado con la instalación de una cubierta provisional a fin de mantener el edificio estanco, sin filtraciones. "El agua es una enfermedad mortal para los edificios", remarca el aparejador. De hecho, el mayor deterioro sufrido por el convento ha tenido lugar en los últimos diez años, tiempo en el que ha permanecido vacío. "Al no haber vecinos, nadie se preocupó por sellar las filtraciones", comenta. El aparejador destaca, no obstante, la "generosidad" de la estructura que, a pesar de las aberraciones sufridas a lo largo de los años, ha permanecido en pie. Una de las "barbaridades" arquitectónicas más llamativas y peligrosas por la pérdida de consistencia que representa, fue la instalación de chimeneas en cada una de las viviendas. "Todos los moradores se empeñaron en poner la salida de humos en los riñones de las bóvedas, donde descargan las dos aristas", explican aún con escalofríos los responsables de la dirección de obra. Su reconstrucción acarrea hoy día un minucioso y admirable trabajo de los canteros que tallan a pie de obra, con precisión, las piezas de "marès" mutiladas.
Otra de las aberraciones cometidas fue la eliminación de algunos contrafuertes y el rebaje del nivel del suelo unos 70 centímetros para permitir la creación de nuevas viviendas. "Los cimientos quedaron al descubierto, totalmente descarnados, lo que debilitó la estructura y generó un peligro evidente de derrumbe", relata el arquitecto. En relación con este hecho explica que ese fue, junto a las filtraciones de agua, el origen del derrumbe de una de las pilastras que tuvo lugar el pasado uno de marzo.
La dirección de obra también relata como el edificio, cuya superficie construida es de unos 4.000 metros cuadrados, ha sido objeto de múltiples intervenciones a lo largo de los años. A veces sin demasiado criterio, con el empleo de materiales muy diferentes, en algunos casos, de muy mala calidad y defectuosos. Y a la dificultad que conlleva enfrentarse a estructuras y materiales de escasa solidez, se suma la curiosidad de que hoy día existen viviendas anexas al claustro. "En algunas lugares tenemos vecinos arriba o abajo y en zonas donde el suelo es poco consistente tenemos que hacer forjados volados", explica el arquitecto. Según resalta, todos los trabajos tienen un seguimiento arqueológico por el Consell y además la UTE Copcisa-Olives, adjudicataria de las obras, también ha contratado varios arqueólogos.
Según el proyecto constructivo actual, la planta baja del claustro albergará la cafetería, en concreto en la zona del refectorio del convento. En esta planta se instalarán los lavabos, la recepción, el control de edificio y dos salas polivalentes destinadas a reuniones, conferencias y exposiciones temporales, una tienda, camerinos, vestidores y baños. Las plantas superiores se destinarán a exposiciones y el altillo a uso administrativo.