Son jóvenes, enérgicos, espabilados, aventajados en nuevas tecnologías y sin prejuicios en materias que hasta el momento habían estado enjauladas y eran tema tabú. Pero, a pesar de parecer todo ventajas para una generación preparada para afrontar el futuro con muchas más armas que generaciones pasadas, el peligroso cóctel entre desempleo, inactividad y trabajo precario salpimentado con la frustración ante un futuro incierto y confuso lleva a lo que muchos denominan una posible generación perdida.
Los datos son claros. El 43 por ciento de los jóvenes menores de 25 años no encuentra trabajo. Eso sí, quien menos formado está más dificultades tiene a la hora de introducirse en el mercado laboral. A pesar de ello, de un tiempo a esta parte los universitarios también se han subido al carro del desempleo. Y es que en dos años, el paro se ha disparado en jóvenes universitarios escalando del siete a más del 30 por ciento.
La actual situación de los estudiantes y el horizonte de futuro de este sector poblacional fueron ayer tema de debate entre cuatro profesores de instituto, grandes conocedores del entorno educativo en el que se mueve la población estudiantil. El Foro Menorca de la Educación, organizado por el diario "Menorca" y la Obra Social La Caixa, y celebrado en el salón de actos del instituto Pasqual Calbó i Caldés, contó con una nutrida representación de estudiantes, de tercero de ESO y primero y segundo de bachillerato de los institutos Cap de Llevant y Pasqual Calbó.
Las opiniones de los ponentes fueron diversas y variadas al abordar su percepción sobre los estudiantes aunque todos llegaron a amarrar al mismo puerto. Para ellos, las nuevas tecnologías son parte intrínseca de la generación joven y aunque haya estudios que apunten a que los nativos digitales son incapaces de leer dos páginas seguidas de un libro, los profesores no dudan en manifestarse a favor del desarrollo tecnológico. Por otra parte, coincidieron en que la juventud no puede analizarse disgregada de la sociedad a la que pertenecen por lo que el contenido curricular debe ir de la mano del entorno y la realidad del momento.
Aunque, sin duda, quien más claramente se pronunció fue Lluís Martínez, estudiante de primero de bachillerato del 'Pasqual Calbó' y único de entre el público en posicionarse al respecto. Para Martínez, la reforma de la educación debería ser inminente puesto que la sociedad avanza, cambia, muta y los contenidos curriculares también deberían prosperar. "¿De qué me sirve a mí saber de algunos contenidos si lo que está en la calle es el capitalismo, por ejemplo?".
"Nadie duda de que la situación es penosa", remarcaba el profesor del instituto Josep Maria Quadrado, Joan F. López, a lo que añadía que "la incertidumbre laboral es un horizonte turbio". Aun así, no dudó en puntualizar que quienes analizan las posibilidades de los jóvenes son generalmente personas adultas "y lo hacen desde su propia experiencia" por lo que se ofrece una "visión cuadrada de la realidad". Así, la percepción negativa de los jóvenes conlleva un desamparo y la consecuente desmotivación sin apostar por el esfuerzo. Tras una poderosa experiencia en el mundo de la educación, López apuntó que "en el aula todas las generaciones son iguales, los jóvenes son enérgicos, ilusionados, con ideas, es el entorno el que los cambia y los formatea".
López Casasnovas captó a su vez y de forma especial la atención del público al recuperar un pensamiento de uno de sus alumnos quien analizaba su juventud pasada rezando: "La 'joventud' -con o- en ella recordado todo lo más bello cuando apenas teníamos que hacer nada y allí disfrutábamos de la vida". La frase dejó clara la confusa sintaxis y ortografía del estudiante así como "el recuerdo escolar pasado de un alumno de segundo de bachillerato", aseveraba López con cierta ironía.
Este profesor de instituto instó a los jóvenes a "comprender el mundo" puesto que será entonces cuando "se den cuenta de que deben luchar para que sus aspiraciones no se vean truncadas por los recortes". Concluyó que "una generación perdida puede ser la generación de las oportunidades".
Joan Carreras, profesor del instituto Joan Ramis i Ramis, aseveró que los "jóvenes llegan inmaduros a un ciclo formativo, que es la educación que conozco" pero a pesar de ello, "son espabilados y con un conocimiento de las TIC mucho más avanzado que cualquier otra generación anterior", aunque "hay que ir con cuidado en especial con las redes sociales", espetaba. La existente incertidumbre laboral debe "motivarles a formarse, aprender idiomas, cuidarse mentalmente y tomar consciencia ecológica de la vida".
Por su parte, el profesor del instituto Pasqual Calbó i Caldés, Alejandro Río, habló de entornos. "La generación actual se encuentra en la telepolis", es decir, en un espacio virtual que permite contactar con una aldea global. Y aunque ratificó que esta sociedad se ha relajado, "las personas se esfuerzan cuando necesitan un estímulo, ahora, ante un problema, será necesaria dicha motivación por lo que el futuro será mejor que el presente". Concluía que "lo tenemos que construir, no podemos esperar a ver qué ocurre".
Por último, Marta Cantamisa, profesora del instituto Cap de Llevant, ve a los estudiantes con talento, muy diferentes los unos de los otros, enérgicos y creativos. Pero también los define a partir de la confusión, "un aspecto nada extraño cuando llegan continuamente mensajes contradictorios". Respecto al futuro, Cantamisa se postula cercana a los pensamientos de Cicerón quien decía que el futuro de los niños depende del presente y que, si quieres aprender, enseña. Para esta profesora la solución es compleja pero una de sus apuestas es la de romper vínculos con el desarrollo curricular. "Si una materia no interesa a los estudiantes no van a procesar el contenido, por lo tanto, hay que adaptar el programa educativo a la realidad", apostillaba. Asimismo, aseguraba verles "bien formados, motivados y que van a hacer las cosas mejor que nosotros, peor sería misión difícil", concluía irónicamente.
La situación actual con la que deben lidiar los jóvenes en la actualidad quedó claramente garabateada. Aunque, ante cualquier duda al respecto, hubo entre el público quien se enfundó bajo el brazo un ejemplar de "El desconcert de l'educació", de Salvador Cardús.