Les confieso que cuando ayer atravesé las obras del desvío de Ferreries para desplazarme hasta Maó, me tuve que frotar los ojos para cerciorarme que lo que veía era cierto. En la Costa de la Cuadra, la primera rampa en obras que te encuentras cuando llegas de Ciutadella, los márgenes de la carretera habían sido pintados de un verde difícil de definir, muy diferente del color de la hierba o de las hojas de los árboles. Es un verde chillón, como de gomaespuma, que cubre la tierra de los taludes que bordean la carretera. Siguiendo con las confesiones, les aseguro que pensé que aquello había sido una ocurrencia para que no se notara tanto el movimiento de tierras, y engañar a la vista cambiando el marrón de la tierra por un verde que simulara el paisaje. Me equivocaba, y lo que ha teñido de verde este tramo de la carretera es algo mucho más complejo, una iniciativa que debe permitir y acelerar la recuperación del verde real y natural de la vegetación.
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