Las ganas de fiesta no se han perdido, pero el bolsillo manda, y esta noche serán muchos los menorquines, más que el año pasado, que optarán por cenar en sus casas, compartiendo mesa con amigos y familia, en lugar de acudir a restaurantes y cotillones. Algunos cocinarán y otros optarán por la comodidad de comprar la cena, bien en restaurantes que hacen menús para llevar o en establecimientos de comida preparada, para no pasarse las horas previas a las campanadas entre fogones.
"Abogo porque la gente dé un buen servicio y se salga de fiesta, que es lo que nos queda, porque esto es una cadena y si no hay clientes nosotros tampoco compramos", afirmó ayer el presidente de la Asociación Menorquina de Cafeterías, Bares y Restaurantes, Daniel González, quien confirmó que las expectativas de los empresarios de restauración para esta Nochevieja son negativas, con cifras de reservas inferiores a las de 2010 pese que ha habido una rebaja de precios de los menús y las galas.
"Hay una bajada escandalosa de clientela, aunque pueda haber reservas de última hora", aseguró González, para quien, además de la crisis, se dan otros factores como la Ley Antitabaco o el temor a los controles de alcoholemia. "Hay poca costumbre de coger un taxi, o quizás es el temor a arriesgarse a no encontrar uno en Nochevieja", explicó el restaurador, quien lamenta que el descenso de comensales para despedir el año se une al hecho de que, este mes de diciembre, "han desaparecido prácticamente las comidas de empresa o se celebran de una manera mucho más económica".
Más comida hecha
Para el presidente de la Asociación de Restauración de la patronal CAEB, Francisco Carrasco, el fin de año se presenta más flojo que el anterior "pero no tan mal" aunque admite que el único segmento en el que ha habido un aumento de ventas es en el de los menús que se elaboran para servir en las casas. Es una opción más barata, porque se pueden comprar menús especiales de fiestas por 20 y 25 euros.
Los que menos sufrirán el descenso del consumo después de que suenen las doce campanadas serán los locales de copas y ocio, aseguró Carrasco, "porque la gente, aunque cene en sus casas, después saldrá a los bares a los que tiene costumbre acudir, es una noche para celebrarla en la calle".
Uno de los restaurantes veteranos en este tipo de celebraciones, en el puerto de Maó, podrá mantener el precio de 2010, 130 euros, y además llenar sus salas, con 200 comensales. "Pero es que años atrás nos quedábamos sin plazas", señaló ayer el propietario del negocio, que durante los últimos 16 años ha albergado cotillones de Nochevieja. La situación difiere mucho en el puerto de Ciutadella, donde también otro clásico en la ruta de restaurantes para despedir el año no tiene unas perspectivas tan halagüeñas. "Ha crecido mucho la oferta de restauración en Ciutadella, somos más a repartir y hay menos demanda", afirmó ayer la responsable del establecimiento, quien espera 90 comensales mientras que en 2010, año que ya hubo un descenso, fueron 120.
"Es poco, y eso que se ha bajado el precio de 130 a 100 euros, pero es que ponemos todo, barra libre, música, toda la fiesta, pero ya no esperamos nadie más, hemos cerrado la lista", comentó esta restauradora. Los años 2000, 2001 o 2002 "esos sí que fueron buenos, teníamos hasta 315 comensales", añadió.
Para el restaurador de PIME, Daniel González, es necesario "hacer un trabajo" para romper la tendencia al pesimismo, con el que se está anunciando 2012. "En Menorca se nota mucho, nos cuesta menos que en otros sitios quedarnos en casa y parece que es una decisión general ya tomada, la de no salir, y es malo crear esa especie de psicosis".