Una vez que la Diada de Balears ha pasado y sabiendo que un alto porcentaje (84 por ciento) de las personas encuestadas a través de "menorca.info" no se sienten baleares, se podría reflexionar acerca de la identificación personal de los menorquines. ¿Es realmente cierto que el sentimiento de pertenencia al Archipiélago es inexistente? En caso de ser así, ¿por qué sucede este hecho?
La mayoría de los ciudadanos consultados por el "Menorca" asegura que el día de las Islas representa para ellos "un día sin trabajo", "la posibilidad de acudir a ciertos actos lúdicos" y, los más irónicos, "la celebración de Mallorca". El caso es que, se mire como se mire, todos coinciden en que existe cierta rivalidad entre la isla vecina y Menorca. "Se lo llevan todo y nos dejan las migas", comenta más de uno.
El historiador Miquel Àngel Casasnovas afirma que, efectivamente, el sentimiento balear no existe ni aquí ni en otra de las Islas. "La gente se siente más de Menorca que del Archipiélago, algo que, sin embargo, sí ocurre en otras comunidades como la andaluza, la catalana o la canaria. Ahora no es momento de inventarse una identidad y esto sucede por muchos motivos de fondo. Por poner dos ejemplos, Balears nunca ha tenido instituciones comunes. En Cataluña, sí. El nombre de Balears es artificial, un topónimo que se recuperó en el siglo XIX", explica Casasnovas.
Recuperando de nuevo opiniones de la ciudadanía, encontramos con que hay quien culpa a los políticos por no fomentar la celebración de la Diada. "En Mallorca está todo lleno de banderas y aquí no se ve ni una. Podrían organizarse otro tipo de actos que nos acercaran más", dice una vecina de Ferreries.
Por su parte, el antropólogo Jaume Mascaró apunta que la idea de comunidad de Balears no tiene sedimento histórico. "Siempre funcionamos como unidades diversas, sin sentido de comunidad. Mallorca es el centro que representa la fuerza demográfica, económica y política, muy superior al resto. En Mallorca sí pueden sentirlo porque es fácil construirlo en torno a esa fuerza. En Menorca sucede menos por razones históricas, ya que la Isla ha contado con avatares propios desde el siglo XVIII y se ha tenido incluso más contacto en ciertos niveles con Barcelona que con Mallorca. El sentimiento balear se asume básicamente por razones político-administrativas", dice Mascaró, quien añade que conseguir que esa identidad se consolide, aunque está en proceso, será complicado. "Se sigue viendo que la isla vecina recibe gran parte de las ayudas. Es aquello del grande que se come al pequeño y eso puede disgustar", concluye.
El historiados Miquel Àngel Marqués coincide con Mascaró en el planteamiento de que la rivalidad entre islas puede existir desde un punto de vista histórico, administrativo y político. "Creo que no hay rivalidad entre personas sino en lo que hace referencia a la gestión política. Es evidente que existe un distanciamiento entre islas a nivel institucional. No es lo mismo la relación que pueda tener a la hora de tratar con el Consell que cuando debo hacerlo con el Govern. Ése es el problema, que no hay proximidad, y habría que trabajar ese concepto. El distanciamiento debe resolverse", opina Marqués.
En todo caso, dos de las cuestiones que, según la encuesta, crean mayor malestar entre los menorquines son, por un lado, el tanto por ciento de ayudas para el transporte aéreo que recibe Mallorca y, por otro, el tiempo que se destina en la televisión autonómica a tratar temas de Menorca. "Encima de que en Palma pueden volar a multitud de destinos y con un montón de compañías aéreas, se quedan con la mayoría de ayudas económicas, mientras que en Menorca no podemos ni viajar a Madrid", comenta un vecino de Maó, a lo que otro responde, "parece que se mira más el número de habitantes que lo realmente necesitada que puede estar una población a la hora de poder viajar".
A nivel local
Vistos los diferentes motivos y aunque es una cuestión muy personal, lo cierto es que esa supuesta rivalidad que se percibe en ciertas zonas también puede darse más cerca. Y es que, aunque prácticamente la mayoría de los consultados asegura poseer identidad isleña, sí se comenta que cada pueblo cuenta con sus particularidades.
En este caso, Casasnovas apunta que aquí se dan las rivalidades típicas de cualquier lugar cuando se disputan protagonismo político, social y económico. "En Eivissa o Mallorca esto no pasa porque no hay contrapeso, pero en Menorca existe esa bipolaridad urbana, Ciutadella-Maó. Yo no le doy importancia porque creo que lo que deberíamos compartir es el sentimiento de menorquinismo", dice.
La consulta del "Menorca" recoge afirmaciones muy diversas sobre este aspecto pero con un punto en común: la existencia de tópicos sobre el vecino. Mientras que algunos consultados aseguran que en Ciutadella se vive la menorquinidad de forma más intensa, otros piensan que los de Maó han perdido sus raíces. "Solo hay que verlo en las fiestas. Los de Maó vamos a Ciutadella pero los de Ciutadella no vienen a Maó", dice una vecina, a lo que otra responde "sí, pero los de Maó van a Ciutadella a última hora sin vivir lo que significa Sant Joan realmente". Dos ejemplos de lo antes comentado.
Tópicos o no aparte, el antropólogo Mascaró asegura que la rivalidad hay que mirarla desde la distancia. "Hay fundamentos históricos en la rivalidad que pueda haber entre Maó y Ciutadella que ya se registran en la época romana con las comunidades cristianas. Eso se ha ido reproduciendo a lo largo de la historia, bien sea por capitalidad, dirección, aristocracia, burguesía... El caso es que se acumulan construcciones de rivalidad que visto desde fuera resulta hasta divertido, y que también pasa en otras regiones. Eso sí, cuanto más enraizada esté una persona en una comunidad, más fuerte vivirá esa rivalidad. La distancia mental aporta cultura y es cierto que hay gente que vive esos sentimientos de forma fuerte, incluso más de lo que parece. Puede ser hasta un sentimiento colectivo pero, eso sí, superarlo forma parte del juego", concluye Mascaró.
Cuestiones de carácter, de cómo se viven las tradiciones, por motivos políticos... Miquel Àngel Marqués opina, sin embargo, que la rivalidad entre personas no existe. "Es cierto que en Menorca se dicen muchas cosas, comentarios sobre si unos son de una manera u otra, sobre si tú eres de allí y eres así... pero en lo único que yo veo injusticia es en la manera en que se distribuyen las inversiones económicas. Debería hacerse de forma más lógica. Mucho Ciutadella y Maó, pero nadie se acuerda del centro de la Isla. Los vecinos de esas zonas también aportamos y sentimos que no recibimos lo que damos. Hay un desequilibrio", dice Marqués.
El historiador también pone un ejemplo de los dichos sobre el lugar de procedencia. "¿Cuántas veces hemos oído lo de 'Ets bé d'Aló'? Te lo tomas con humor y dices 'pues sí que lo soy'. Quizá antes había mayor roce entre Maó y Ciutadella, incluido Ferreries, por una cuestión de movilidad. La gente antes no se socializaba tanto. Aun así, creo que el sentimiento de menorquinismo puede que sí se perciba más en Ciutadella. Sus fiestas, por ejemplo, están muy enraizadas a la tierra. Pero, de todas formas, cada pueblo tiene sus características", finaliza.