La neuróloga Sara Llufriu (Maó, 1979) acaba de regresar de Nueva Orleans (Estados Unidos) donde ha impartido una conferencia en la Academia Americana de Neurología ante diez mil colegas de todo el mundo sobre las novedosas investigaciones que ha realizado en relación a la esclerosis múltiple en el Hospital Clinic de Barcelona, -de la mano del grupo de Neuroinmunología y Esclerosis Múltiple- y en colaboración con la Universidad de San Francisco.
Esta enfermedad sin curación es, después de los traumatismos, la causa más importante de discapacidad en gente joven. Es una patología neurológica crónica con manifestaciones impredecibles que puede estar aletargada durante años en algunos pacientes y en otros se manifiesta de forma más grave.
Precisamente, el estudio realizado por el equipo de trabajo de Llufriu a un grupo de pacientes ha permitido predecir la evolución de su discapacidad y, por tanto, aumentar la eficiencia de sus tratamientos, a través del empleo de una técnica de resonancia magnética denominada electroscopia.
Llufriu cursó la carrera de Medicina en la Universidad de Barcelona, hizo el MIR en el Hospital Clinic donde se especializó en Neurología. Gracias a una beca de tres años (a punto de finalizar) trabaja en un proyecto de investigación basado en la resonancia magnética y técnicas neurofisiológicas para predecir la discapacidad en la esclerosis múltiple. La doctora menorquina colabora en concreto con el grupo de Neuroinmunología y Esclerosis Múltiple que dirige el doctor Albert Saiz en el Hospital Clinic.
De forma paralela, optó a una beca de Ministerio de Sanidad y Consumo, del Instituto de Salud Carlos III y del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer. En este centro disfrutó de un contrato de tres años y se formó en la atención a pacientes con esclerosis múltiple. La beca le permitió viajar en 2010 al extranjero y trabajar durante ocho meses en la Universidad de San Francisco (Estados Unidos) con el doctor Daniel Pelletier. Allí colaboró en otro proyecto de investigación que también utiliza técnicas de resonancia, cuyo objetivo era detectar de forma precoz la evolución de los pacientes con esclerosis múltiple.
Tras dos años de trabajo, los resultados de la investigación fueron remitidos a la Academia Americana de Neurlogía, y esta institución consideró interesante incluir en su conferencia anual una ponencia sobre este estudio que fue presentado por la menorquina a finales de abril.
"Este avance nos permite saber qué pacientes tenemos que tratar de forma más agresiva desde un principio y cuáles no", explica Llufriu, que califica de "abismal" la diferencia en la metodología de investigación que encontró en Estados Unidos respecto a la española. "Aquí se hace poca investigación en neuroimagen, en resonancia con técnicas avanzadas. Hace tres años éramos un grupo de inexpertos y ahora tenemos, al menos, un ingeniero", cuenta animada.
¿En España tenemos los recursos humanos pero nos faltan los medios para investigar?
Sí. Hay mucha gente que tiene interés en investigar pero los medios son escasos. Becas como la mía y otras muchas se están restringiendo cada vez más, y en lugar de tres años de duración se reducen a dos. La estancia en el extranjero también se reduce y una vez agotas la beca, no te dan muchas opciones para continuar. No tenemos contratos buenos.
¿Cuáles son sus posibilidades en la actualidad?
Gracias a los contactos recién realizados en Estados Unidos por el grupo del Hospital Clinic tenemos la intención de ampliar los estudios y colaborar más intensamente. Hemos demostrado con un marcador en un grupo de pacientes que es eficaz predecir su evolución. Primero realizamos el estudio en un grupo pequeño y luego en otro de 250 pacientes y en ambos fuimos capaces de predecir su evolución.
¿Qué síntomas manifiestan los enfermos de esclerosis?
Es una enfermedad muy heterogénea y tiene afectación en el sistema nervioso central del cerebro, la médula espinal y el nervio óptico. De esta forma, se puede manifestar con problemas de sensibilidad, equilibrio, movilidad, de visión y pueden ser más o menos graves. La medicación intenta mitigar estos síntomas.
¿La detección precoz, que es en lo que ustedes trabajan, mitiga esa afectación?
Más que mitigar la afectación lo que nos permite saber es la evolución de la enfermedad y en consecuencia nos ayuda a saber qué tratamientos aplicar; si deben ser más o menos agresivos desde el principio y a la vez no correr el riesgo de los efectos secundarios de según qué terapias.
¿Qué tipo de prevalencia tiene esta enfermedad en España?
Tenemos una media de unas 80 personas por cada cien mil habitantes. Estamos en la media mundial. En los países nórdicos es más frecuente que en los próximos al ecuador. Realmente no se sabe la causa de la enfermedad, pero se cree que tiene relación con la exposición solar, la vitamina D o el contacto con algunos virus.
¿Por qué cada vez se escucha más hablar de esta enfermedad?
Porque hace apenas 15 años no existían fármacos. Ahora vemos que es importante la detección precoz para ofrecer a los pacientes más calidad de vida.
¿Cuál cree que será su futuro profesional?
Me gusta combinar la visita a pacientes con la investigación. Mi objetivo ahora es acabar una tesis doctoral sobre este tema y esperar, porque las opciones en Barcelona tampoco son muy buenas. De momento, tenemos el acuerdo de profundizar en el estudio que hemos realizado y sigo en el grupo de Neuroinmunología y Esclerosis Múltiple del Clínico. Mi objetivo, cuando acabe la beca este año, es lograr un contrato de investigador.