Cuando Toni leyó el "Menorca" el pasado sábado, el corazón le dio un vuelco. Ese día, este periódico adelantaba la intención de Costas de paralizar el desalojo de Ses Fontanelles para que el Gobierno central decidiera qué criterios aplicar en cuestiones de dominio público.
Para Toni, esta decisión llegó tarde, pues él derribó su caseta a finales del pasado año precisamente siguiendo las recomendaciones de Costas. Ahora ve resignado, dolido y sorprendido que el resto de construcciones, iguales que la suya, de momento no deberán correr la misma suerte.
De entrada, él ha tenido siempre claro que algún día, su estancia en su caseta de Ses Fontanelles se acabaría. Ya lo sabía, explica, cuando empezó a construirla 28 años atrás, reconstruyendo a mano los restos de otra edificación. "Teníamos asumido que no era nuestro, pero nadie nos decía nada mientras construíamos la caseta, y eso que estuvimos bastante tiempo con esta labor. Ahora, tras pasar tantos años sin que nadie dijera nada, lo último que me esperaba era un final como el que hemos vivido", comenta.
Su final en Ses Fontanelles se empezó a escribir el pasado mes de septiembre. Un domingo, dos agentes de Costas se presentaron en la cala cuando solamente ellos estaban allí. Les tomaron sus datos, y les dicen que en breve recibirán una carta avisándoles que todas las casetas de esa zona tendrían que demolerse. Curiosamente, explica Toni, ese día en la cala solo estaban ellos. Dos meses después, reciben la carta, pero su contenido es muy diferente al que les habían dicho. Al abrir el sobre, se encuentran con una multa de 8.400 euros "por ocupación de caseta en dominio público con enseres y utensilios domésticos sin título administrativo".
No era para nada lo esperado, y al dirigirse a Costas para pedir explicaciones, desde el departamento público se les asegura que ya se les había advertido de su situación, algo que Toni niega tajantemente. El tema queda enquistado, y todo depende de un recurso. No obstante, desde Costas le informan de que si en tres días vacía la caseta, la multa quedará reducida a la mitad. Y si en dos semanas, él mismo desmonta su caseta, la sanción quedará prácticamente en algo insignificante.
Y aquí es cuando realmente empieza la historia que despierta la indignación de este habitual de Ses Fontanelles. Tras reflexionarlo, decide demoler su caseta. "Si como me decían los de Costas todas las construcciones acabarían eliminadas, y si haciéndolo por mi cuenta conseguía reducir esa multa, lo mejor era tirar yo la mía", recuerda. Y así lo hizo entre diciembre del pasado año y enero de éste.
"Era como si me arrancaran el corazón. Queríamos mucho esa caseta, la habíamos hecho nosotros, nuestros hijos la habían disfrutado y ahora más que nunca. Cantábamos, íbamos a pescar, lo pasábamos bien, y mis hijos estaban mucho mejor allí que no en cualquier discoteca de Es Pla", relata emocionado. "A pesar de todo esto, lo hice, cumplí con mi palabra, algo que no ha hecho Costas", sentencia.
Toni insiste en que desde el departamento público siempre se le dijo, a él y a otro inquilino de Ses Fontanelles que solicitó información a Costas, que todas las casetas, sin excepción, acabarían en el suelo. Este segundo inquilino también derribó su caseta, pensando también que todas correrían la misma suerte. Por eso, al enterarse por este periódico de que el desalojo de Ses Fontanelles quedaba frenado, y que no se iniciaría ningún proceso sancionador, Toni no puede evitar indignarse y preguntarse, tal cual aquel entrenador de fútbol, por qué. Y sus respuestas son contundentes.
"Intuyo que aquí ha habido prevaricación. Sino, ¿por qué vienen a cazarnos solo a nosotros y ahora que ya hemos derribado la caseta, congelan el desalojo? Si existe una ley, debería aplicarse para todos igual, ¿no? Pues aquí no se ha hecho. Seguro que han habido presiones, y que quedo claro que estoy contento por los que han quedado y pueden disfrutar de sus casetas, pero no puedo más que pensar mal", opina Toni.
De hecho, explica que ya llevaba tiempo sin entenderse con el llamado guarda de Ses Fontanelles, y cree que este hecho puede haber influido en el final de este proceso. Así, recuerda que hace unos tres años, a media noche desaparecieron cinco barcas de Ses Fontanelles. Se interpuso la correspondiente denuncia por parte de los cuatro propietarios de las embarcaciones, pero a día de hoy, esa denuncia se ha perdido, ya no está en los juzgados.
Toni es consciente que habrá quien reciba su historia pensando que era lógico que algún día tuviera que abandonar Ses Fontanelles. "Yo también lo sabía, pero lo que no esperaba es que unos hayamos que tenido que acabar siendo los tontos de la película, los paganos, y los demás no. A veces me pregunto si este proceso de desalojo también se hubiera congelado si yo hubiera interpuesto el recurso contra la multa de Costas pero no hubiera demolida la caseta", relata.
A día de hoy, Toni no se plantea reclamar nada. "Se necesita mucho dinero para reclamar, y no los tengo, y tampoco tengo esperanzas de que se haga justicia", apunta.
Esta Cinquagesma, Toni la ha pasado como ha podido. "El sábado dimos un paseo en barca, pero ayer y hoy (por el domingo y el lunes) ya no sabía dónde meterme. Mis hijos han tenido que alquilar unas casas en Alaior, cuando ellos me habían comentado varias veces que querían que sus hijos, o sea mis nietos, también pudieran vivir el ambiente de Ses Fontanelles. Desgraciadamente, ya no lo vivirán", concluye.