Virginia Moratiel (Buenos Aires, 1954) es doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, donde fue profesora titular hasta el 2008, año que decidió dedicarse plenamente a la literatura.
Es un claro ejemplo de la necesidad que tenemos los humanos de expresarnos creativamente. A través de la literatura, conectas con el lector, quien es un elemento esencial en el discurso del arte. Sin lector, espectador, no hay obra. Esta tarde, a las 20 horas, presentará su obra en la Biblioteca Rubió Tudurí. Están todos invitados. .
"Artimañas" son once relatos escritos a modo de thriller. ¿El cine le ha influido en algún modo? ¿Cuáles son sus referentes literarios?
He utilizado la palabra "thriller" para definir el estilo de los relatos porque el público entiende de qué se trata, pero al cine, como una más de las artes, sólo le dedico un cuento: "El gran cinema". Reconozco que el uso de imágenes visuales y auditivas hace que mis historias, sobre todo la novela, resulten muy cinematográficas y que, tal vez, el cine pudiera ser su destino final.
Por lo demás, "Artimañas" tiene varios referentes claros: la literatura hispanoamericana (especialmente, la argentina), la narrativa fantástica en lengua inglesa y el primer romanticismo alemán. El libro podría considerarse como un nuevo intento de plasmar el proyecto romántico en una época contradictoria: por un lado, de disgregación del individuo y la sociedad, y por otro, de fortalecimiento de una razón única representada por el impulso globalizador. Los románticos colocaron el arte en una posición preponderante tanto a nivel social como individual, convirtiéndolo en el lugar de realización de una libertad absoluta. No les faltaba razón. La mirada estética actúa como un revulsivo al sacar a la luz aspectos de la realidad inquietantes, desconocidos o negados, que subvierten nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos. Al contemplar la realidad desde una perspectiva más rica y esclarecedora, no sólo se ahonda en la comprensión de lo existente. La persona también se integra asumiendo sus contradicciones, lo que le permite adoptar una actitud diferente ante su entorno.
¿Por qué la elección de este título? ¿Necesita el lector "la trampa"?
En principio, una artimaña es una trampa para cazar animales. Por extensión, llamamos artimaña a cualquier astucia que intente dirigir nuestra voluntad hacia un fin que nos es ajeno, a todo artificio que nos engatuse bajo la apariencia de la verdad. Cualquiera que reflexione con sinceridad sobre su entorno familiar, social y político, es capaz de detectar en él la manipulación, la hipocresía, el disimulo y el engaño. Si siempre ha sido así, mucho más lo es en la sociedad telemática. Vivimos inmersos en una gigantesca artimaña universal, atrapados en una red de imágenes que nos acompañan por donde vamos y que hacen de nuestro mundo un ilimitado mercado donde publicitar, lleno de falacias, ardides y prótesis. Como todo, mi libro también ofrece trampas, pero lo reconoce abiertamente. Pretende abrir al lector a una perspectiva de la realidad, la estética, opuesta a la visión pragmática y materialista dominante hoy. De ahí, también el título.
En los once relatos hallamos acrósticos, acertijos, citas veladas, imágenes... ¿Es una forma de jugar con el lector?
El arte es una actividad lúdica, porque, igual que en cualquier juego, crea un tiempo, un espacio y unas normas de actuación, paralelas a las de la realidad que vivimos y en las que uno se implica por libre voluntad y por pura diversión. Precisamente por eso, el juego es el mejor camino de aprendizaje para los niños. Los trucos de Artimañas son sólo gestos que llaman la atención del lector y lo invitan a participar del juego para que elabore su propia respuesta ante la trama. Son una incitación a activar sus facultades y a hacerlo pensar.
En "Artimañas", que es ficción, aparecen diferentes personajes y autores reales, como Julio Cortázar, Alaska, ¿por qué?
El principio del arte es la ficción, porque hace surgir un objeto nuevo en el mundo: la obra, que pertenece al nivel del discurso o de las interpretaciones, pero no a la realidad natural. Incluso en el caso del realismo, la visión del artista incorpora un elemento de recreación, no siempre compartible, que emana de la perspectiva individual. Si tuviera que calificar "Artimañas" por su género, diría que es literatura fantástica y que, en esta clase de narrativa, siempre hay dos niveles distintos de realidad: la del lector, el autor y la de la mayoría de los personajes, que de pronto se ven enfrentados a lo otro, a algo desconocido, intrigante e inexplicable, algo que resquebraja la visión cotidiana y desafía las leyes naturales o las costumbres. Los personajes reales son también ficciones dentro de la ficción, mitos a los que he querido rendir un homenaje, para ponerme en diálogo con su visión del mundo y hacer que el lector tome ante ella una postura.
¿Qué relación establece, o quiere establecer, con el lector?
Para mí, el lector es un compañero de juegos. Escribir es un acto cómplice y, a la vez, solitario, un diálogo de uno mismo con las experiencias vividas como material para la imaginación. El lector siempre está presente, porque uno también lo fue de otros, además de estar leyéndose a sí mismo. Si alguien escribiese sólo para sí, guardaría el texto bajo siete llaves y terminaría por destruirlo. Una vez en la calle, su significado cae en manos del lector. Él es libre para sumarse al juego y dar su propia interpretación.
¿Qué es el arte y qué función cumple entre los humanos a nivel filosófico?
El arte, como la filosofía, transmite ideas, visiones del mundo, con el único fin de contemplarlas y comprenderlas. Pero, a diferencia de la filosofía, encarna las ideas en la materia, las vuelve sensibles y las tiñe de pasión. Es un magnífico ejercicio para la imaginación, que es la facultad básica del hombre, la que permite atisbar más allá del límite de la percepción, el pensamiento y lo posible, y la que hace avanzar una y otra vez nuestro conocimiento de lo que nos rodea. Al ser un juego con lo otro, exige su respeto, y por eso actúa como factor de socialización. A nivel psicológico, además, tiene una función terapéutica, sobre todo para el autor, porque moviliza y libera las energías más profundas. Ojalá llegue el día -como anhelaban Schiller y los románticos- en que el arte se convierta en el gran educador de la humanidad.
¿Cuál sería su recomendación para animar, tanto a adultos como a niños, a que se aficionen a la lectura?
El desinterés por la lectura en España está muy arraigado y es problema de difícil solución a nivel general. Aquí se encuentran las editoriales más poderosas en lengua castellana, pero su público mayoritario está en el mercado hispanoamericano y sus criterios de selección para el lanzamiento de nuevas obras son estrictamente comerciales. La edición a gran escala sólo es un negocio más en una sociedad de consumidores, cuyos deseos se manipulan mediante una publicidad bien dirigida, en competencia con otros medios de ocio que resultan más atractivos para el consumidor. Como en otros ámbitos, la globalización se ha expresado en la fusión de distintas casas editoras y hoy las macroeditoriales están integradas en grandes empresas de comunicación, que no sólo tienen sus propias distribuidoras y empresas de publicidad, sino también radios, televisiones y periódicos.
El otro factor en este panorama desolador, son las instituciones, como la escuela y la familia. El gusto por la lectura se adquiere con la práctica, ya que es el resultado de un hábito, de una elección reiterada frente a otras opciones de ocio, que pueden coordinarse con él si se regula un tiempo para cada cosa.
Normalmente se desarrolla durante la infancia y la adolescencia, de modo que la educación (la actitud de los padres y la escuela) es esencial en el desarrollo de esta capacidad. Compartir la lectura con los hijos, guiar las elecciones hacia los grandes textos sin imponer ni prohibir, comentar reflexivamente las aportaciones que un libro hace a la vida personal, evitar la sustitución del original por un resumen, valorar las actividades culturales, apreciar la labor educativa de escuelas y bibliotecas, sin dejar de mostrar que la tecnología es una aliada, es la mejor manera de encarar el tema. En cuanto a los adultos, sólo es cuestión de atreverse. El problema es acertar con el libro adecuado para cada uno. Las bibliotecas y los clubes de lectura siempre son buenos lugares para acudir en busca de consejo. Allí habitan apasionados de los libros.