Dice no sentirse agobiado por el aluvión de éxitos que envuelve su corta pero intensa filmografía de largometrajes. Benito Zambrano (Lebrija, 1965) reconoce que con el boom mediático y de excelentes críticas cosechadas con la película "Solas", primero, y con "La Voz Dormida", más recientemente, uno se cansa de hablar de sí mismo. Aun así lo ve como algo llevadero. Lo vive con naturalidad y asume la parafernalia que en ocasiones acarrea la industria como algo que forma parte del oficio.
El director de cine descansa estos días en Sant Lluís donde atiende, generosamente, a "Es Diari". Esta tarde hace un parón vacacional para protagonizar un coloquio en apoyo a la Plataforma d'Afectats per la Hipoteca de Menorca. El acto -de entrada libre- es a las 20,30 horas en el Orfeó Maonès. Con su cine comprometido alza la voz de la cultura. Su último film sobre la represión de las mujeres fieles a la República en la posguerra, fue galardonado con tres premios Goya y preseleccionado para competir por el Oscar a mejor película de habla no inglesa.
La Posguerra sigue siendo un capítulo negro de este país. ¿Cree que lograremos algún día reconciliarnos con el pasado?
Sí, pero no lo veo como un conflicto, aunque sea un punto del que muchos queremos saber. Hay una cantidad de asociaciones y organizaciones que desean que se les reconozca el daño que se les hizo, pese a que a nivel institucional y a que parte de la población no quieran entender nada porqué hay muchos herederos del Franquismo que piden que se pase página, pero de la peor manera posible: no leyéndola. No considero que la sociedad española esté fragmentada por ello. El tema de reconocer y de recuperar la historia, de colocar en su justa medida todo el daño que se hizo depende mucho de las instituciones políticas y de los políticos que lleguen. Ahora mismo está claro que con el partido que gobierna no vamos a tener nada de eso. Al contrario, tenemos más dificultades. Quizá con el tiempo se vaya sabiendo más, pero queda mucho trabajo por hacer porqué todavía hay muchísimas víctimas enterradas en fosas comunes.
Pero con el estreno de películas como la suya ("La Voz Dormida", 2011) o con la exhumación de las fosas de la Guerra Civil salta la polémica y se comprueba que el resquemor sigue ahí.
Sí, pero afortunadamente no se llega a un nivel de tensión fuerte aunque, como digo, aún quede un montón de gente con la actitud de: "Ya está pasado". Decir precisamente que está pasado es ridículo. ¿La población mayor de 70 años ya está pasada?¿No tienen memoria? ¿No tienen vida?¿Dónde empieza el pasado que hay que olvidar? ¿Quién decide? Hay muchísima gente que se enriqueció y a la que le interesa pasar página. Para conocer la Historia hay que llegar hasta el fondo de todo, conocerla y leer absolutamente todas sus páginas. No unas sí, y otras no; o pasar capítulo, porqué eso sí que es de ignorantes. Como decía el documentalista chileno Patricio Guzmán: "La Historia nos acusa". Hay mucha gente que quiere saber lo que pasó. Y si ello va a generar conflictos pues que los genere. No pasa nada. Una sociedad madura y democrática tiene que saber superar esos conflictos, si no no somos ni tan maduros ni tan democráticos.
"La Voz Dormida" es una película muy dura. Usted habla en la cinta de personas que ni tan solo tenían convicciones políticas y que aun así también acabaron en la fosa. ¿Cómo hizo para no llevarse el sufrimiento de sus personajes a casa?
El proceso de una película es muy largo. Cuando más vivo con los personajes es durante la escritura del guión que es el momento en el que me sumerjo en la historia a solas. Lo que más me apasiona es precisamente cuando encuentro y conozco a los personajes mientras escribo. Con "La Voz Dormida" no solo partía del libro maravilloso de Dulce Chacón, que es la base de todo, sino que además investigué y hablé con mujeres que habían vivido la Posguerra. También leí muchos testimonios en libros de los que en solo dos de sus páginas había más dolor que en toda "La Voz Dormida". La película no es más que una pequeña punta de todo lo que sucedió. Mi manera de vivir con mis personajes es sana. Se trata del doble placer del creador, se sufre con ellos pero a la vez se siente la satisfacción de estar con ellos.
Dulce Chacón no pudo ver el resultado de la película por una terrible enfermedad que acabó con su vida. ¿Sintió mayor responsabilidad al encarar el proyecto sin su ayuda?
En el momento en que le diagnosticaron el cáncer hablamos de la posibilidad de que, si se sentía con ánimo, me ayudara a escribir el guión. Cuando a alguien cercano le acaban de dar la sentencia de muerte lo único que quieres es ver la manera de poder hacerle feliz. Para ella "La Voz Dormida" era su gran novela, que además había tenido un éxito enorme. Le hacía una gran ilusión que se hiciera una película de su novela, era realista y muy consciente de que ya no vería el resultado. Y fue así. La enfermedad se la llevó en un mes.
Y todo aquello más que responsabilidad me dio motivación. Cuando comencé a trabajar sentí que la película tenía que ser un homenaje a todas esas mujeres que sufrieron, lucharon y murieron, y por supuesto, un homenaje a Dulce Chacón. Tuve la sensación de que tenía que hacer el film por ella y por todas las mujeres que metió en su novela.
¿Cómo se documentó para conocer el día a día de la Prisión de Mujeres de Ventas?
Me hice con una serie de libros, -aunque no muchos, porqué curiosamente la Historia no se cuenta a través de las mujeres sino de los hombres-, pero de todos uno fue fundamental, el de Tomasa Cuevas, una veterana presa que con la ayuda de un magnetófono fue recogiendo el testimonio de antiguas compañeras de prisión que, como ella, sufrieron las consecuencias de la represión franquista. La publicación fue editada por el Instituto de Estudios Altoaragoneses y está muy bien porqué es una de las mayores fuentes de información de lo que pasó en las cárceles del país.
María León es la actriz perfecta para el papel de "Pepita". Su interpretación es impecable. Al escogerla para el reparto, ¿usted ya era consciente de sus aptitudes?
La verdad es que no, yo fui el primer sorprendido. ¡Fue un milagro! (sonríe). No la conocía de nada, me habló de ella la directora de casting. Hicimos el casting a más de 400 chicas, entre las que se encontraba ella y, como ella, otras tantas buenas actrices.
Teníamos claro que tenía que ser andaluza porque el libro de Dulce especifica que ella era cordobesa. Tengo que reconocer que al principio, cuando la vi, no me llamó especialmente la atención. Luego la película se paró durante un año por la crisis y a la vuelta María empezó a ensayar el personaje y a medida que iba probando, "Pepita" iba creciendo... Fue algo extraordinario.
¿Qué busca en un actor?
Busco a actores que sean los que mejor se adapten al personaje, tanto por sus características físicas como por su manera de ser. Persigo que el actor llene y haga grande al personaje, que lo haga más interesante y más rico que el que hemos escrito.
Dice que no le gusta que la gente vaya al cine a perder el tiempo, lo que está claro es que sus películas van mucho más allá del entretenimiento. ¿Le molesta la etiqueta de director comprometido?
No es que solo sea director, sino que soy un ciudadano comprometido. Mi vida es real, como la de cualquiera. Todos vivimos las mismas angustias. Como decía Buñuel, intento no aburrir al espectador. Eso es lo más importante. Nunca hay que tratar como estúpido al que va a ver tu trabajo. Pero eso no significa que no sea necesario otro tipo de cine. Hay cabida para todos los géneros, sino sería aburridísimo.
Asiduo al verano menorquín, tengo entendido que trabajó el guión de "La Voz Dormida" en la Isla.
Una parte sí, aprovechando las vacaciones y la calma de la Isla. Se puede decir que viajé con "La Voz Dormida" por Menorca.
Estos días en Sant Lluís, ¿está ocupado en algún proyecto nuevo?
(Ríe) No se puede decir. Lo cierto es que la única cosa que no puedes parar es la mente, aunque estés de vacaciones. Cada película es como un virus que hay que dejar que se incube.
Mañana (por hoy) participa en una charla-coloquio en apoyo a la Plataforma d'Afectats per la Hipoteca de Menorca. ¿Le ve solución a la cruda situación que vivimos?
No tengo nada claro porque lo peor de todo es que la solución no depende ni de nuestros políticos. Lo hemos dejado todo en manos de cien o doscientos tíos que son los presidentes de las grandes financieras. Son ellos los que manejan el cotarro junto a los dos o tres países más importantes del mundo. Si no hay cambios reales y profundos en la sociedad, tan solo dispondremos de un parche para aguantar. La sociedad ha perdido el control. Votamos pero nuestros políticos locales tan solo hacen una gestión básica. Como decía un analista, posiblemente ahora hay un grupo de gente que tiene las cuotas de poder más altas de toda la historia de la Humanidad. Antiguamente un emperador dominaba su imperio, y actualmente ellos dominan el planeta entero. No tienen piedad, se mueven solo por puro beneficio económico.
¿Cómo hemos dejado que nos manipulen de esta manera?
Es una gran pregunta. Creo que desde que nos levantamos de la Tierra y quisimos ir de cuatro a dos patas empezamos a cagarla... (ríe). A cuatro patas estaríamos todos estupendos y sin problemas.
Las mujeres de la República fueron valientes. Sabían por lo que luchaban y por lo que iban a morir. ¿Cómo son las mujeres de hoy?
Si pusieras a las mujeres de hoy en un conflicto como aquel también saldrían a dar la cara de igual manera. Las mujeres en este país son bastante valientes. Son mujeres fuertes que sostienen la familia y una parte importante de la lucha social actual. En casi todos los colectivos la mayoría son mujeres que están ahí en el momento que hay que salir a la calle a reivindicar.