Sebastián Mora no habló ayer de cómo conseguir más recursos, más alimentos, para atender las necesidades cada más acuciantes de los pobres. En el teatro del Orfeón Mahonés, dijo que lo importe es comer con quien vive en el margen del camino. Y lo explicó con una historia: un inmigrante que llegó en patera a la costa, después de muchas dificultades se instaló en Madrid. Un cura le había ayudado en Extremadura. Eso le dio esperanzas, pero no porque el sacerdote le diera comida, sino porque "comió conmigo".
La conferencia del secretario general de Caritas trató de "la presencia y el compromiso transformadores" en una nueva realidad. Citó una frase del Papa: "Caritas es un corazón que ve" y animó a buscar "una nueva mirada". Mora comentó que "los políticos miran la realidad desde los mercados" y animó a ver las cosas "desde lo humilde, lo pequeño, y en el centro la dignidad del pobre".
Sebastián Mora insistió en que lo importante no es dar alimentos, sino "darse uno mismo a los demás". Interpreta que esa es una de las claves de la transformación de la sociedad. Caritas tiene una fuerza transformadora enorme, con sus 64.000 voluntarios. Por eso la importancia de otra forma de mirar la realidad. Puso otro ejemplo. Un grupo de Caritas estaba reunido en una parroquia y entró un hombre negro con su hijo y le mandaron al despacho donde se repartían alimentos. Al regresar con la bolsa les dijo que había acudido para apuntar a su hijo a la catequesis.
Destacó el valor de la comunidad, como un requisito para superar la crítica situación social actual. Afirmó que existe alguna experiencia en bloques de pisos donde los vecinos han creado comunidades de ayuda. Si hace falta pagan el recibo de la luz de quien no puede, dedican tiempo a los demás. Un 20 por ciento de las personas que viven en uno de esos bloques está en el paro, sin embargo el grupo de vecinos no generara ninguna demanda social.
El obispo de Menorca, Salvador Giménez, y el director de Caritas, Joan Mir, agradecieron la presencia del secretario general de Caritas.