Ayer lunes. 19.10 horas. La decoración navideña en el centro de Maó genera algunos de sus primeros presuntos efectos. Hay ambientillo en Sa Costa de sa Plaça. Algunas bolsas delatan compras adelantadas. En la Plaça Constitució, un par de familias admiran el Belén. Todos estos centenares de personas disfrutan relajadas de su tiempo de ocio prescindiendo por completo de la posibilidad de conocer de primera mano el contenido de los presupuestos del Ayuntamiento de Maó para 2013, que el equipo de gobierno del PP explicó a quien quiso escuchar a pocos metros del bullicio, en la sala de plenos de municipal.
Quienes optaron "libremente" por atender las explicaciones del concejal Salvador Botella, el responsable de las cuentas, Manuel Yebra, y la alcaldesa Águeda Reynés fueron realmente pocos, no mucho más de una decena (entre ellos al menos dos vinculados a la política, concretamente a partidos minoritarios, y unos pocos más a asociaciones de vecinos del municipio). Nadie del PSOE. Hicieron bulto los otros once concejales del PP, cinco cargos de confianza del equipo de gobierno municipal y otra decena de compañeros del partido, familiares de primer grado y allegados próximos. Desde la web, la media de espectadores no pasó de cinco. En total, cuarenta oyentes, más o menos.
En la exposición acaparó micrófono Botella, armado con un "power point", para describir las partidas más importantes, arrear a los anteriores equipos de gobiernos y defender su compromiso con las políticas sociales, la moderación impositiva y la preservación de la plantilla, entre otras cuestiones. Incidió en el IBI, acusando al PSOE de subir y bajar impuesto en función de los periodos electorales. Los socialistas también se llevaron un palo por maquillar, presuntamente, los presupuestos y así hacerlos más bonitos a costa de ingresos ficticios que acababan en deuda. Rompió una lanza a favor de los trabajadores municipales, destacando el bajo porcentaje de los "muevepapeles", que se quedan en no más de un 26 por ciento.
Tras 45 minutos de exposición se abrió un turno de preguntas que no obtuvo respuesta alguna. Solo Yebra rompió el incómodo silencio con un breve apunte. Al final, Reynés se mostraba satisfecha por la asistencia, aunque reconoció que esperaba alguna intervención (tenía respuestas preparadas), y por haber puesto en marcha una iniciativa novedosa que espera consolidar.