Traficante de ideas, gamberro fotográfico, transgresor, irónico, alquimista visual. Con este cóctel de adjetivos ha sido definido el fotógrafo y artista Joan Fontcuberta. Y es que su peculiar y singular forma de tratar, entender y desarrollar la imagen lo convierten en un gran creativo.
Su profesionalidad e ingenio fue reconocido con el Premio Internacional Hasselblad, considerado el Nobel de la fotografía. Estos días se encuentra en Mongofra impartiendo un curso de Talleres Islados en el que han recalado en la Isla grandes amantes de este mundo, incluso procedentes de Méjico. Sus reflexiones y conocimientos llegaron ayer también a un público general quien pudo saborear este cóctel sazonado de humor e ironía que encarna la figura de Fontcuberta.
Transgresor ya fue el hecho de impartir una clase magistral en el Arxiu d'Imatge i So de Menorca, un enclave abrigado con miles de fotografías que versan sobre la conservación de la memoria menorquina, cuando este fotógrafo ha asegurado en varias ocasiones que no se cree la fotografía.
El artista habló de la desmaterialización que está padeciendo la imagen a medida que progresan las nuevas tecnologías. Y es que, según el ponente, las imágenes primeras eran gordas, materialmente hablando, y año tras año han sufrido un proceso de adelgazamiento hasta el punto de "no tener cuerpo, se visualizan en la pantalla".
Para Fontcuberta, la imagen, que inicialmente tenía una función mediadora entre el hombre y la realidad ha ido desvirtuándose y perdiendo el carácter mágico con que fueron concebidas. Han perdido ese valor testimonial, esa autoridad y carisma de sus orígenes.
Fontcuberta fijó esta hipótesis en los tradicionales álbumes familiares que nacieron como un "recopilatorio de sonrisas" puesto que solo se encartaban los buenos momentos. Pero desde el instante en que la foto se populariza el álbum también sufre una crisis. Así, si hace unos años era el sanctasanctórum de la unidad familiar, el álbum como tal ha desaparecido. O bien, ha adoptado nuevos territorios.
Es a partir de esta premisa que el artista fotográfico impregnó en las retinas de los oyentes varios ejemplos de álbumes peculiares, significativos, especiales y poco tradicionales.
Fontcuberta desarrolló un proyecto en Sajazarra, La Rioja, en la que dejó inmortalizado un álbum de familia, la de todo un pueblo pero con un carácter "reactualizado". Y es que, con la técnica de la fotocerámica, y los artilugios que ofrecen las nuevas tecnologías, consiguió crear un fotomosaico de la Campana de la Mora con más de 3.000 fotografías que fueron depositando los 150 vecinos del municipio. El artista utilizó el programa de su serie Googlegramas. Un trabajo que "vuelve a dar grosor y densidad a la fotografía", concluyó.