Eran los once y unos minutos de la mañana cuando un camión de transportes descargaba en el instituto Pasqual Calbó i Caldés de Maó el mobiliario para dotar las nuevas aulas que el centro va a estrenar este curso tras las obras de ampliación de la infraestructura. Y los trabajos no supusieron la pérdida de mucho tiempo. La empresa trasladó hasta el instituto 35 mesas y sillas con un escritorio para el profesor (que se entiende que es una aula), el mobiliario para una aula de informática, un laboratorio de ciencias y diez sillas de brazo para alumnos zurdos.
La nueva ala de que dispone el centro educativo incluye trece nuevos espacios dedicados a la enseñanza. De ahí que la gran incógnita entre la comunidad educativa era cómo iban a equipar el resto de aulas. Y es que, restando el laboratorio y la de informática, el centro quedaba con 35 pupitres y diez sillas de brazo para once clases.
La historia arrancó la semana pasada cuando la Conselleria entregó las llaves del nuevo edificio. La directora en funciones, Camila Tudurí, se interesó por el mobiliario y el departamento de Educación le aseguró que las aulas iban a ser dotadas con un material que estaba previsto que llegara al centro esta semana. Pero la sorpresa, entremezclada con una enorme dosis de preocupación, llegó este miércoles cuando el equipo directivo supo que llegaba el mobiliario para una aula, el equipamiento para una sala de informática -aunque sin ordenadores-, un laboratorio de ciencias, así como diez sillas de brazo. No obstante, cabe recordar que el centro lleva varios años solicitando la dotación de una aula nueva para poder reponer pupitres y sillas en mal estado. De ahí que duden si las 35 sillas y mesas han llegado para dotar una aula nueva o para reponer el resto del edificio.
La directora en funciones se puso de inmediato en contacto con la Conselleria para conocer el motivo de tan reducido envío. Y le afirmaron que ese era el material que constaba en presupuesto. Sería en marzo o abril cuando les llamarían para conocer qué material requerían como prioritario. Desde el centro señalan que una de las soluciones que planteó la Conselleria de Educación fue que ante la existencia de problemas de espacio, planteasen enseñanzas en horario vespertino. La propuesta podría estudiarse si el equipo directivo hubiera sabido de esta situación antes de las matriculaciones, agregan.
Ante esta quimérica situación, el equipo directivo inició ayer un "sudoku" para poder componer el edificio con material ya retirado o sustraído de otras aulas que así lo permitan. Y es que, generalmente, las clases disponen de una mesa y una silla de más en caso de la llegada de un nuevo alumno. Por el momento, no habrá sobrantes en las aulas.
Además, el pedido llegó sin pizarras, motivo por el que el equipo directivo se dispuso a rastrear en el almacén del centro para poder dotar las aulas de un material que es imprescindible en un centro educativo. Estas pizarras deberán ser tratadas por su desgaste.
La directora en funciones, Camila Tudurí, no salía ayer de su asombro. Y añadía que una planta del nuevo edificio estará inutilizada porque "no dispondremos de suficiente material para equipar todo el centro". De momento, una aula se equipará con el material que llegó ayer. Otras cuatro con material retirado y de otras aulas, además del laboratorio y la sala de informática. Esta última se destinará a aula general al no disponer de ordenadores.
Tudurí añade que tal vez, las aulas dedicadas a grupos de desdoblamiento deberán ser desmanteladas y realizar esta actividad dentro de la misma aula, o incluso ubicar modalidades como latín o griego en la biblioteca o la sala de reuniones. Prevén, además, utilizar sillas de la sala polivalente -que comparten con el IES Cap de Llevant- para equipar estas aulas.
Por otra parte, se han recuperado entre quince y veinte banquillos giratorios y elevadores que están rotos y que, los docentes prevén arreglar con la ayuda del alumnado.