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Menorquins al món

Lorenzo Pons Lafuente: «Mi país no funciona y por eso me voy»

Obligado a dejar Menorca por el paro, Sito Pons ha iniciado una nueva vida en Suiza

El menorquín aprovecha los días libres para visitar los alrededores y otras ciudades próximas a Olten

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Empezó a trabajar siendo adolescente, entró en el sector de la construcción y llegó a encargado de obra, «era mi mundo», asegura Lorenzo Pons Lafuente, Sito como le conocen. Hasta que a finales de 2010 el cierre de su empresa, Edificaciones Estaló, se llevó por delante una vida familiar y laboral estable en Menorca.

Acostumbrado a supervisar a peones procedentes de otros países -rumanos, portugueses, marroquíes-, en los años del crecimiento propiciado por la burbuja inmobiliaria, ahora es él quien, sin apenas dominar el idioma, trabaja en un país extranjero, Suiza, a donde emigró en junio de 2013, para «conseguir un futuro».

¿Llegó con trabajo a Suiza?
— No. Me fui sin trabajo, con algo de dinero y la intención de probar un mes y si no encontraba nada volver a Menorca. Y estuve al límite, la semana en la que me llamaron ya me tenía que ir. Fue una suplencia pero eso me dio vida. Lo difícil es entrar en el mercado laboral, luego ya las cosas son más fáciles.

¿Cómo logró ese primer empleo?
— Allí todo funciona a través de Empresas Temporales de Trabajo (ETT), hay muchísimas, así que fui entregando curriculums. La mayoría no te cogen, por el idioma.

¿No hablaba inglés o alemán?
— Alemán nada, inglés...., más bien poco, vamos que idiomas cero. Los primeros días de trabajo me pusieron con un chico suizo que había vivido 5 años en Barcelona, luego ya sin él. Pero bueno, conozco el oficio, aunque no sabes lo que te piden, con intuición, esfuerzo, y con una mezcla de francés, inglés e italiano sales adelante. Los suizos están abiertos a eso y muy acostumbrados a trabajar con gente de fuera.

¿La sustitución se convirtió en un trabajo estable?
— Estuve siempre con ETTs y trabajo temporal hasta noviembre de 2013. En invierno allí se reduce un poco la actividad por el frío y yo no quería ya trabajar por días sueltos, así que hablé con la empresa, para que me contratarán ellos directamente. Estaban contentos, así que desde enero de este año estoy fijo.

¿Qué tipo de empresa es?
— Es una firma grande, abarca desde reciclaje a transporte, excavaciones y demoliciones, obras...

¿Fue muy duro tomar la decisión de abandonar la Isla?
— Sí, no te hace gracia tener que irte. Yo no soy como esos jóvenes que se van con la mochila a la aventura, ni he venido a aprender idiomas, tengo una familia y he tenido que dejarlo todo. No es fácil, Suiza no lo es, yo he tenido mucha suerte, porque me fui a todo o nada, y ahora mismo ya tengo la residencia suiza. Hay gente que lleva aquí años y no la tiene, solo consiguen permisos temporales.

¿Llegó a sentirse muy presionado por las circunstancias?
— Claro, buscaba trabajo pero tenía durante 3 o 6 meses, luego al paro. No ves un futuro o una estabilidad como la que tenías antes, no como para mantener la familia, los hijos, pagar la hipoteca..., los gastos continúan y los recursos se van agotando.

¿Por qué eligió Suiza?
— Cuando me planteé salir y buscar fuera de la Isla ya me dio igual dónde, España o el extranjero, la única diferencia es el idioma. Y los problemas de trabajo que hay en Menorca están en todo el país, la construcción es el sector más castigado por la crisis. Buscas información, preguntas a amigos y al final me decidí por Suiza, donde el sector aún está en auge.

¿Se construye tanto como en España durante el boom?
— Se está construyendo y bastante pero creo que lo gestionan mejor que allí. En Suiza se hace obra nueva pero la mayoría es porque se elimina un edificio antiguo y se utiliza ese terreno. No están añadiendo construcciones, para que luego haya demasiada vivienda.

Ha pasado de recibir inmigrantes en la obra a salir usted en busca de empleo ¿qué piensa cuando ve el giro que ha dado su vida?
— Así es, antes venían extranjeros a la construcción en Menorca y ahora yo soy uno de ellos. Yo le echo la culpa a mi país, me da igual que sea la izquierda o la derecha, mi país no funciona y me voy por eso. Aquí encuentro a muchos españoles en mi situación, de todas las comunidades, la mayoría han dejado una familia atrás y están intentando conseguir un futuro; los que van con la mochila y a la aventura son los menos.

¿Cómo se siente recibido en su nuevo país?
— A mí me han acogido como a uno más, pero con otros inmigrantes, como los del Este y los de Turquía tienen recelos, creo que no los quieren.

Suiza acaba de aprobar una iniciativa popular para limitar la entrada de otros ciudadanos de la UE. ¿Cree que existe xenofobia?
— Yo no he notado nada. Conozco esa iniciativa, es de la ultraderecha y se ha aprobado por un 50,4 por ciento, muy justo pero se ha aprobado. Ahora tienen tres años para llevarla a cabo, pero no se sabe qué va a pasar, eliminar la libre circulación de personas puede tener consecuencias con la Unión Europea.

(El Gobierno suizo deberá reorientar su política de inmigración tras la aprobación en referéndum, por un estrecho margen, de la iniciativa popular «Contra la migración en masa», del partido de extrema derecha Unión Democrática de Centro).

¿Cómo fueron sus inicios en el país?
— Al principio logré una habitación, gracias a un amigo cordobés. Ahora estoy en un piso compartido y en fase de buscar un apartamento para que pueda venir mi familia. Vivo en una ciudad que puede ser del tamaño de Maó, se llama Olten y está en el cantón de Solothurn, a unos 40 kilómetros de Alemania y cerca de Basilea. Es un tipo de ciudad pequeña, que está bien para adaptarse.

¿Es tan cara la vida como dicen?
— Sí, es un país caro, sobre todo la vivienda y algunos productos de la cesta de la compra diaria; la carne puede ser dos o tres veces más cara que en España. La asistencia sanitaria -al margen del seguro que tiene la empresa por si tienes un accidente laboral-, también te la tienes que pagar tú obligatoriamente. Pero bueno, los sueldos son mucho más elevados que en España. Cuando pasas por todo el salario es el doble que allí, sin descontar gastos puede ser el triple. Te sorprendes cuando te lo dicen, piensas «será broma». Esa es otra de las razones por las que elegí Suiza, tenía que buscar algo que me permitiera pagar la casa de Menorca y mantener a la familia.

¿Ha sido problemático conseguir la residencia?
— Al tener el contrato fijo ya no, y la verdad es que sin permiso o residencia no puedes hacer nada, te hace falta para todo, para alquilar una casa e incluso para el contrato del móvil.

¿Cómo es el carácter suizo?
— Aquí la gente me parece muy formal y respetuosa, corrección ante todo, pero también esperan eso de ti. No quieren que te traigas España aquí, y de esta manera te aceptan.

¿Qué es lo que más echa de menos desde que se fue?
— Por supuesto y en primer lugar mi familia, después los amigos y también la comida, porque aquí es muy diferente.
Ahora que yo tengo trabajo fijo, me animo a buscar una vivienda para todos y a traer a mi familia, ya que mi mujer tampoo tiene trabajo en Menorca. Tengo una hija de 18 años que tiene dudas, es complicado, no sé qué hará. Yo le digo que se venga, con su novio también si hace falta, aquí hay más futuro. La tasa de paro en Suiza es alrededor de un 3,5 por ciento.

¿Piensa en regresar algún día?
— No, ahora mismo la opción de regresar ni me la planteo, aún estoy en proceso de irme, de probar y de seguir trabajando. Y si se adaptan mi mujer y mis hijos quedarnos allí. En Suiza tengo un contrato con condiciones de primera, de lunes a viernes, ocho horas y con todos mis derechos. Mi objetivo ahora es continuar con un trabajo estable, que ahora mismo en España creo que es algo imposible de conseguir.

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