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Menorquins al món

«Bruselas es un cambio muy bueno para mí»

Júlia Triay dejó atrás una etapa trepidante en el grupo Inditex y ahora diseña moda para niños en la empresa alemana C&A, en su sede de Bélgica

Júlia nota un cambio agradable en Bruselas, la tranquilidad que buscaba cuando dejó Barcelona

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Detrás de las pasarelas, el glamour de las modelos, los catálogos y las colecciones de moda trabajan profesionales como Júlia Triay, menorquina que después de pasar por uno de los mayores grupos textiles del mundo, Inditex, en su sede de Barcelona, decidió empezar otra etapa e instalarse en Bruselas, donde se encuentra ahora y ya casi ha completado un meteórico proceso de adaptación.

La tranquilidad de su barrio, Ixelles, al sur de la capital europea, y la calidad de vida que ha descubierto, que le recuerda a la que dejó atrás en Menorca, hace ya unos cuantos años, la han conquistado. Tanto que confiesa que no le importaría quedarse, siempre que pudiera volver cada año para vivir sus queridas fiestas de Sant Joan.

¿Para qué segmento de moda realiza sus diseños?
— Siempre he estado enfocada en el diseño de tricot (punto) de mujer. Primero, cuando estaba en Barcelona, para Silver Apex, un proveedor de Inditex; después, y mientras estudiaba el máster en Madrid, para El Corte Inglés, y cuando regresé a Barcelona, ya entré en Inditex, donde estuve más de dos años. Ahora en C&A me dedico a la moda de tricot de niños, tanto jerseys como camisetas.

¿Por qué dejó una multinacional como Inditex, que le permitía diseñar para marcas tan conocidas como Zara, Oysho o Stradivarius?
— Buscaba un cambio, y tanto yo como mi pareja, Vicente, que se dedica al sector informático, queríamos tener una experiencia internacional, nos apetecía desarrollarnos profesionalmente en un entorno cultural distinto. Inditex es un grupo muy potente, y también el nivel de exigencia es muy elevado. Es un ritmo de vida que algunas personas aguantan siempre... Pero ese no es mi caso.

¿A qué se refiere?
— A que tenía que hacer muchísimos viajes, a Asia, para comprar los modelos a proveedores, y también estaban los llamados viajes de inspiración, a ciudades como Tokyo, Seúl, Londres o París para conocer las tendencias.

Suena bien...
— Sí (ríe) pero es trabajo. Aprendí muchísimo cuando trabajé en Inditex, estoy muy contenta de la oportunidad que me dieron, es el primer grupo textil -quizás junto a H&M- del mundo. Produce en China, Bangladesh y a veces en Camboya... Y viajábamos a Asia junto con el comprador del grupo para adquirir los modelos y decidir, cada temporada, qué salía en nuestras colecciones.

La producción en Asia genera críticas hacia el mundo de la moda, por las condiciones de trabajo en esos países. ¿Qué opina?
— Yo diseño, no trabajaba en la RSC (Responsabilidad Social Corporativa) del grupo, pero Inditex tiene unas normas muy estrictas, de seguridad y de calidad, tanto de cara al consumidor final como de cara a las condiciones de los trabajadores de las fábricas que usa para sus producciones. Además, antes de empezar una relación comercial, el proveedor debe pasar esas normas.

¿Son fábricas de Inditex?
— No, fabrican para mucha gente, son proveedores externos. Y esa es la razón por la que tenía que viajar tanto para emplazar la compra de modelos y producciones. Además yo trabajaba en Lefties, que es la marca low cost del grupo, y ahí primaba mucho el precio, y el trabajo de diseño coordinado con el del comprador era bastante importante. La combinación de las dos partes, la creativa y el precio, según el cliente al que se va a dirigir el producto, es muy importante. La verdad es que era muy, muy interesante y estoy agradecida por lo que aprendí.

¿Y ahora ya no viaja tanto? ¿Cómo es el trabajo en C&A?
— Sí viajo, ahora por ejemplo acabo de regresar de Londres, para ver tendencias y aplicarlas a nuestros diseños para niños, pero en general las condiciones de trabajo en España eran más duras, el tiempo era siempre «de hoy para ayer» y el trabajo más exigente, porque cuando estuve en Inditex Lefties estaba en pleno crecimiento. En cuanto a C&A, es un grupo alemán, que nace de una empresa familiar que lleva muchísimos años en el textil e implantada en Europa, se fundó en 1841. En España también hay tiendas y es bastante conocida. Pero de un tiempo a esta parte, aunque venden muchísimo, han visto que en tema de diseño no están tan al día.

¿Y quieren marcar más tendencia?
— Sí, por eso están haciendo un gran esfuerzo contratando profesionales que venimos de empresas en las que la moda tiene una carga muy importante, españoles, italianos e incluso de Reino Unido, para aportar algo más creativo a la imagen que tenía hasta ahora. La verdad es que me parece un proyecto muy interesante, porque yo ya había vivido un poco este cambio en Lefties.

¿Entonces fue usted un fichaje?
— Fue un fifty-fifty. Yo buscaba un cambio. Las oficinas de diseño de mujer están en Düsseldorf y las de niños aquí, en Bruselas. Hice una primera entrevista en Alemania pero no me convenció mucho la ciudad, entonces hablando con otros colegas que estaban en la empresa me sugirieron que intentara en Bruselas. Y así lo hice, en seguida me llamaron para hacer la entrevista, fue todo rápido, y aquí estoy. Ellos necesitaban una persona que llevara el circular y el tricot de niños y yo necesitaba ese cambio. Nos complementamos en ese momento.

¿Cómo es ese entramado laboral en el mundo de la moda? ¿Es difícil abrirse camino?
— Depende del nivel en el que te mueves, cuando empiezas obviamente eres tú quién llama, después ya conoces a muchísima gente, a proveedores, y te mueves en un círculo mucho más cerrado. Yo tengo amigas que trabajan en Londres, otra colega ya estaba aquí en esta empresa... Y cuando llevas unos años, pues las mismas empresas también te buscan. Es una información que fluye en ambos sentidos. Ahora que no busco nada, por ejemplo, me están ofreciendo un trabajo en Turquía.

¿Se va a mudar otra vez?
— No, no, no (ríe), no tengo ninguna intención, estoy muy contenta en Bruselas. La verdad es que la gente aquí es muy tranquila. Antes viviámos en el Eixample en Barcelona, que es muy movido y me gusta pero, buscaba también tranquilidad, después de estar más de dos años moviéndome mucho. Aquí los barrios tienen vida pero son tranquilos, la zona en la que vivimos es pequeñita... Ha sido un cambio muy bueno para mi.

El ritmo laboral, por lo que dice, también es otro...
— Es una empresa muy distinta, los horarios de entrada son flexibles, puedes llegar entre 8 y 10 de la mañana, y la salida también. Puedes comer en tu zona de trabajo, si necesitas salir antes no hay ningún problema... Luego, todos los viernes la empresa te facilita que puedas salir a las 12 del mediodía para ver competencia, y que no tengas que hacerlo fuera del horario laboral, en tu tiempo libre.

¿Acaba antes para ir de shopping?
— Es que es mi trabajo, todo el mundo me dice «qué bonito, qué guay» pero es parte de mi trabajo. Tienes que ir de tiendas, ver qué tienen, qué es lo que yo no tengo, qué debería tener el año que viene, qué preveo que puede ser tendencia la próxima temporada, qué va a querer tener todo el mundo y qué es lo que yo tengo que tener 'sí o sí'... Así que es trabajo.

¿Y cómo es la moda de niño?
— La moda masiva es ya diferente de la de pasarela, no tiene nada que ver. Y la de niño va con un poco más de retraso respecto a la de mujer. Ahora he ido a Londres porque hay tendencias que ves en mujer que te pueden confirmar si tú vas en la buena línea con lo que estás diseñando. Sirve para adelantar qué está en el mercado y cómo se puede aplicar en tu producto y para tu público, que es distinto en cada marca. Inditex tiene una carga importante de moda, el público la pide, y en C&A es un poco más básico. El cambio que busca no será una explosión de moda, sino que se hará gradualmente.

¿Son distintos los diseños infantiles en España y en Bruselas?
— Sí, en Bruselas los colores son muy intensos, supongo que por el clima, que es muy lluvioso, siempre nublado, entonces se potencia el color. En España trabajaba con colores más suaves y fáciles de combinar. Pero hacemos una moda divertida, además también estoy en contacto con diseñadores gráficos para la estampación de las camisetas.

Y ahora que ha dejado el Mediterráneo, ¿le falta el color?
— Es lo que más nos está costando, el clima, porque aquí es muy variable y llueve mucho. Pero después del trajín de Barcelona, me gusta -y al principio me llamaba la atención-, que aquí a partir de las 18.30 o 19 horas todas las tiendas están cerradas. Me relaja estar en una ciudad que no es tan consumista. Además, hay bastante seguridad, la gente es confiada y amable, y lo mejor es que las comunicaciones son rápidas y buenas. Me gusta viajar, y desde aquí en dos horas puedes estar en Londres, Amsterdam o París.

Así que no piensa en volver...
— Vivimos siempre pensando en volver pero tampoco me importaría quedarme. Menorca está siempre en mi corazón y las fiestas de Sant Joan desde luego no me las pierdo. Estamos cerquita.

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