El albergue de Sa Vinyeta, ubicado en Ciutadella, es el único de la Isla. Fue inaugurado en 2007 y desde entonces la demanda para alojarse en sus instalaciones ha ido creciendo progresivamente. Desde hace seis años, Sandra Benejam es la encargada de llevar el albergue durante los meses de verano. Junto a ella sus compañeras Vanesa López y Sara Pons son las responsables de que todo esté en orden. Este año también les acompañan tres chicas en prácticas. «Es la primera vez que hacemos esto pero, me gustaría volver a repetirlo», apunta Benejam. El albergue dispone de 80 plazas, divididas en nueve habitaciones para cuatro personas, cuatro habitaciones de seis plazas (adaptadas para discapacitados) y dos habitaciones para diez personas. Todas ellas equipadas con baño propio. Los usuarios se pueden relajar en diferentes espacios comunes como la sala polivalente y otra pequeña sala equipada con televisión.
Turistas de todas las nacionalidades eligen alojarse en el albergue por las tarifas tan asequibles que ofrece respecto al resto de alojamientos de la Isla. El precio oscila desde los ocho hasta los 18 euros la noche, a excepción de agosto y las fiestas de Sant Joan. También existe una tarifa especial para grupos a partir de diez personas y el alojamiento sale a doce euros la noche. En estos casos existe la opción de coger media pensión o pensión completa y este servicio aumenta el precio en seis euros más. Sa Vinyeta también dispone de un pequeño bar, donde venden refrescos, agua y bocadillos, y cuenta con servicio de internet y wi fi.
El albergue hace de intermediario con varias empresas de alquiler de motos, coches y alquiler de bicicletas. Los clientes buscan una forma para desplazase durante su estancia, y las bicicletas son lo más solicitado. «Ahora mismo en el albergue se alojan 62 personas», afirma la encargada del centro. Es difícil definir el perfil de los usuarios de Sa Vinyeta, hay tanto grupos de niños que están en campamentos, como gente adulta que viaja sola y hasta familias que buscan un lugar para pasar las vacaciones de una forma más económica y cerca del casco antiguo. «Es habitual que lleguen adultos para pasar una o dos noches porque es gente que se ha tomado un año sabático y está de viaje continuo», comenta Benejam. El albergue es una buena opción para compartir unos días con gente diferente, hacer amistades y pasarlo bien. Benejam anima a todos a vivir esta experiencia, ya que muchos de los que se alojan una vez, vuelven a repetir.