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Maó se entrega a su patrona

Cientos de mahoneses mantienen vivo el fervor por la Verge de Gràcia en la tradicional romería a la ermita

Pese a la coincidencia con las fiestas de Sant Lluís, no faltó el calor de la gente | Gemma Andreu

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Vestidos del siglo XVIII, bailes folclóricos, canciones menorquinas, caballos, carros y cientos de personas que no quisieron faltar a la cita con la tradición. Maó vivió ayer uno de los primeros actos del programa de fiestas, la romería a la ermita de la Mare de Déu de Gràcia, patrona desde hace más de medio siglo del municipio que en menos de una semana llenará sus calles de arena, caballos, música y multitudes.

La tarde arrancó a las 17 horas en la Plaça Constitució, hasta donde, desde distintos puntos de la ciudad, llegaban como un goteo de visiones del pasado, decenas de personas ataviados con las vestimentas típicas de los campesinos menorquines del siglo XVIII. Algunos a pie, otros a caballo y los menos en cuidados carros de época se preparaban para iniciar el recorrido hasta el santuario donde reposa la querida patrona.

Junto a los organizadores, el grupo de bailes folclóricos Es Rebost, la banda de Música de Maó, el Grup de Cavallers y ciudadanos que no dejan pasar año sin rendir homenaje a la Verge de Gràcia. Media hora más tarde salían por la calle Sant Roc para girar por Sa Rovellada de Dalt, continuar por Ses Moreres hasta alcanzar el renovado Cós de Gràcia que, libre de coches aparcados, dejó más espacio para los bailes.

Pasaban las 18 horas cuando la colorida comitiva se paraba frente al geriátrico para alegrar la tarde a unos ancianos cuya emoción se reflejaba en el rostro. El tiempo acompañó y, a pesar de la coincidencia este año con las fiestas de Sant Lluís, que impidió la participación de los gigantes, el calor de la gente se sintió a lo largo del recorrido.

Faltaba un cuarto de hora para las siete cuando la cabeza de la romería entraba en la ermita. La imagen de la virgen les esperaba en la puerta del santuario, mientras las campanas repicaban con fuerza. El capellán Joan Miquel Sastre tuvo un recuerdo «para aquellos que no podrán pasar las fiestas como querrían» y reivindicó la ermita como «epicentro de las fiestas». Las canciones 'Jove del Poble' y 'Pregaria dels fills' precedieron a la ofrenda floral a la virgen. El llamamiento de Sastre: «Que no decaiga esta tradición que nos hace sentir a todos vecinos y hermanos».

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