Empresarios, políticos y ciudadanos han coincidido en más de una ocasión en apuntar que el descuento de residente no es la fórmula más adecuada para garantizar e incentivar el transporte aéreo en Balears. Y es que esta compensación económica que asume el Ministerio de Fomento acaba siendo una retribución «descafeinada» con respecto al precio final del billete que los pasajeros menorquines deben abonar para salir de la Isla.
Billete de ida y vuelta a Barcelona para viajar del 1 al 6 de enero. Precio de la tarifa para los dos trayectos: 15,74 euros. Tasas y cargos de gestión: 39,24 euros. Precio final: 54,98 euros para un no residente. Y para el ciudadano menorquín, el coste desciende a los 47,09 euros, es decir, unos ocho euros menos. Este ejemplo aclara que en el caso de un billete a la Ciudad Condal a un precio cercano a los 50 euros, el residente tan solo paga un 14,3 por ciento menos que un pasajero que no esté empadronado en la Isla.
Esta circunstancia obedece al hecho de que aunque el 50 por ciento en concepto de descuento de residente se aplique a rajatabla, tan solo se calcula sobre el precio de la tarifa, excluyendo los gastos derivados de la actividad aeroportuaria y los cargos de la compañía. En más de una ocasión, estos costes superan con creces el precio del billete y, por tanto, el descuento de residente queda diluido dentro del precio final.
Las tasas aeroportuarias para trayectos entre Maó y Barcelona o Madrid rondan los 31 euros mientras que en la ruta con Palma este cargo no llega a los cinco euros.
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