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Caso Nerer

«Yo acabaré en la calle porque Avel·lí nunca me ha dado ni un euro»

El supuesto hombre de paja del expresidente del PP asegura que ha declinado la oferta del fiscal para declararse culpable

Se desvincula de la trama. Ildefonso Vinent admite que el Ayuntamiento le adjudicó numerosas obras pero recuerda que entonces facturaba seis millones al año | David Arquimbau

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Un mes después de su detención por presunto blanqueo de dinero en la Operación Pomada, Ildefonso Vinent Bosch (Ciutadella, 1964) se somete al primer interrogatorio público sobre su participación en el llamado caso Nerer. El señor V, como le denominaba el informe Winterman encargado por la UPCM de Joan Triay para destapar la presunta trama de corrupción del gobierno Brondo, ya tiene nombre y apellidos.

¿Señor V o Ildefonso Vinent?
— Llámeme Ilde.

¿Constructor quebrado, testaferro...?
— Constructor, víctima de su tiempo, de la crisis.

Y, por tanto, sin dinero...
— Bueno, tengo 40 kilos de alcaparras. Me dedico a recogerlas. Y siembro lechugas y tomates...

¿De qué vive, si no tiene nada a su nombre?
— De lo que me dan mi hermano y mi pareja, que me ayuda.

¿Y no ha ayudado a blanquear dinero?
— Nunca.

¿Por qué, entonces, llevamos diez años de comisiones políticas, investigacion, y actuaciones del Juzgado y la Fiscalía, y su nombre sigue apareciendo?
— Eso debería preguntárselo a Joan Triay.

¿Y por qué a él?
— Porque es el único que me involucra en esta movida.

¿No tiene nada que ver con todo lo que se ha denunciado?
— Con nada, en absoluto.

¿No hay caso Nerer o es que usted no tiene que ver con él?
— Si hay caso Nerer o no, lo desconozco. Lo que sí puedo garantizarle es que yo no tengo nada que ver... Creo que este mes prescribía, ¿no? Si no hubieran dado con el tonto del pueblo, nada podría hacerse ya.

¿Usted se siente el tonto del pueblo?
— No, pero puede que para alguien sí lo sea.

¿Qué gana Joan Triay metiéndole a usted en todo esto?
— Repito, hay que preguntárselo a él, como también, pedirle por qué su padre perdió llocs, por qué ha abierto negocios sin licencia, por qué tiene una piscina ilegal o canteras dudosas para Medio Ambiente. Por lo visto, es un gran empresario del sector, y éstos ganan mucho dinero.

Por lo que tengo entendido, su familia solo tiene alquilado el terreno donde se explota una cantera.
— Bien, pero es el responsable de todo cuanto se hace allí dentro, ¿no?. Que se compruebe.

Pongamos que fuera cierto, ¿qué tiene que ver usted?
— Pregúnteselo a él, yo no le he denunciado nunca. No he contratado a Torrente para que le investigue, ni a Winterman... Es muy raro que un fiscal haga caso a una compañía de detectives teniendo a toda la Guardia Civil a su servicio. Tampoco he coaccionado a nadie para que mienta ante el Juzgado y diga que alguien ha pagado en negro.

Joan Triay ha denunciado la actuación presuntamente ilegal de parte del gobierno del PP con el que gestionó un año el Ayuntamiento y de un conocido entramado empresarial de Ciutadella que se benefició, y usted sigue estando en medio.
— Pues ya verá, llevamos diez años y todavía no ha podido demostrar nada. En esta ciudad hay gente emprendedora, que trabaja, que por ello tiene más que otra, y eso no es ilícito.

Si todo es una maquinación, ¿por qué el fiscal le detiene a usted y le mete tres noches en el calabozo?
— Supuestamente porque cree que he blanqueado dinero, pero ahora veremos cuánto tiempo sigo procesado. Sin mi no hay causa. Si no me detienen, el caso Nerer habría acabado.

En 2005, cuando se aprobaron las permutas de Nerer y el Canal Salat, ¿qué relación mantenía con Avel·lí Casasnovas?
— Ninguna. Conocí primero a sus padres, que me habían encargado unos trabajos en su casa de Santandria que, por cierto, no es la gran mansión de la que habla el informe Winterman. Hasta la gran piscina es un pequeño estanque... ¿Qué Avel·lí vivía allí? Pues claro, es su hijo.

¿Cómo se conocieron?
— Ya le digo, primero conocí a su padre, que daba clases en el instituto y, luego, a su hijo.

¿Y? ¿Han hecho algún negocio juntos?
— No, nunca. Como mucho he ido con él de viaje o a comer. Nuestra relación es de amistad, no comercial. Ya me lo preguntó el fiscal y le diré lo mismo. Las mejores obras, como la reforma de un local suyo, su chalé de Cala en Blanes o la casa de su hermana, por ejemplo, no me las dio a mi.

¿Vio alguna vez que manejara mucho dinero?
— Al contrario, es de las personas más tacañas que conozco.

¿Le sorprende que se le investigue por eso, por ocultar dinero?
— Pues yo no he visto ni un euro.

¿Qué viajes hicieron juntos?
— Una vez fuimos a Colombia, y habré coincidido otras ocasiones en Palma, Barcelona o Madrid.

Cuando ya era concejal...
— Sí, supongo, claro... ¡Yo a Colombia iba cada año, eh! Yo a Pereira, a visitar a mis suegros, y él a Medellín. ¿Qué hacía allí? No lo sé.

Pero el gobierno cuyo partido (PP) él presidía le adjudicó a dedo numerosas obras, incluidas algunas de las irregulares denunciadas en el caso Citur...
— ¿Que hice obras para el Ayuntamiento? Sí, por supuesto, pero nunca he infringido la ley, pues me habrían encarcelado... ¿Y Joan Triay, la ha infringido?...

Hay otra obra, la reforma de Can Saura, el futuro museo, cuyas constructoras dijeron haber recibido indicaciones políticas para subcontratarle a usted si querían ser adjudicatarias. Y, efectivamente, resulta que ganaron el concurso y le subcontrataron la obra...
— Me subcontrataron a mi y a otros nueve empresarios. Hubo hasta nueve subcontratas en Can Saura. Y, según la ley, solo la UTE adjudicataria (formada por Torrent Coll, Edificaciones Ramos y Bartomeu Ramon) podía subcontratarme la obra.

¿Alguien del Ayuntamiento le dio un derecho preferente?
— No, pero sí que, para ahorrarle trabajo a la UTE y porque una de las empresas estaba radicada en Mallorca, yo me encargaba de entrar la documentación en el Ayuntamiento. Era un trabajo puramente administrativo.

Pues, ya me dirá, porque el Ayuntamiento nombró como técnico para controlar las obras que realizaba a Jordi Picot quien, curiosamente, compartía una propiedad y una promoción con usted...
— Sí, sí, sí.

¿Y no le parece extraño? Poner a controlar a un técnico que tiene un interés directo con la empresa a la que controla...
— Bueno, que nadie se equivoque. El Ayuntamiento era un mero espectador, pues la dirección de las obras se llevaba directamente desde Mallorca. La actuación competía al Govern, y el Ayuntamiento lo único que hizo fue poner a un aparejador para controlar que las obras se ajustaran al proyecto. Pero no se pasaba una sola certificación al consistorio.

Insisto, el técnico que puso el gobierno de Avel·lí para controlarle se convirtió en su socio...
— Yo tenía el 90 por ciento y él solo el 10, es cierto, y había trabajado como aparejador mío en otras obras, sí. Pero esto es Ciutadella. ¿Cuántas veces nos podemos ver usted y yo por la calle? ¿Algunas, no? ¿Y por eso nos damos dinero?...

En Pedres Ciutadella coincidió con Ramon Bosch, al que precisamente vendió Es Roseret, el edificio en cuya compra la Fiscalía sospecha que usted blanqueó parte del dinero de Casasnovas.
— Son coincidencias de la vida. Ramon Bosch tenía una empresa de transporte que nos mandaba material a la obra. Esto es Ciutadella. Dentro del mismo ramo, nos conocemos todos. ¿O usted no conoce a todos los periodistas de Menorca? A veces parece que se quieren ver películas donde no las hay.

Pues el fiscal, que no es periodista, ha empezado por aquí para involucrarle en el presunto blanqueo de dinero.
— Así es. Pero no deja de sorprenderme... Hasta que declaró el señor Mayans, no había visto a nadie confesar que cobró dinero en negro. No lo entiendo. Alguien le habrá pagado por ello.

O el fiscal le habrá dado garantías de que el delito fiscal ya ha prescrito y no se le puede perseguir por eso.
— ... Tampoco había visto nunca a una inmobiliaria admitir ante el fiscal que emite facturas falsas de cantidades pagadas en negro.

Pero sí que es conocido que en muchas operaciones una parte del dinero se paga habitualmente en negro...
— Muy bien, ¿pero dónde está mi vínculo con Avel·lí? ¡Nunca me ha dado ni un duro! Al reves...más de una vez me ha costado la comida.

Pues estos mismos testigos a los que usted cita aseguran que Avel·lí Casasnovas le acompañó a negociar la compraventa de Es Roseret.
— ¡Pero si Avel·lí no sirve para negociar! Él entró en el edificio, como entraron otras 50 personas. Compré Es Roseret para hacer un local en planta baja y pisos en las dos superiores, y Avel·lí estaba interesado en poner aquí su oficina.

Aún así, ¿no intervino?
— En la compra y los pagos, no.

Su abogado anunció que, tras escuchar la confesión de los vendedores, usted rectificaría su declaración ante el juez y también admitiría que pagó una parte (450.000 euros) en negro.
— No sé, ya veremos cuando tenga toda la documentación. Oficialmente, aún no sé de lo que se me acusa.

¿Por qué se lo vende a Ramón Bosch?
— Porque se hizo cargo de la hipoteca antes de que el banco se lo quedara. Menos ésta, Sa Nostra se ha quedado todas mis propiedades.

¿Qué tiene que ver con Ciutadella Pádel?
— Es una sociedad que compré y que gestionaba un restaurante en Cala en Bosc. Pero lo adquirí a una gestoría, no a un particular.

¿Por qué, si la construcción iba tan bien, invertía a la vez en otros sectores?
— Porque también me he dedicado a la hostelería y he gestionado bares en Ciutadella o Cala Blanca.

¿Y por qué organizó el campeonato de España de kárate?
— Porque mis tres hijos practicaban este deporte y los tres disputaron así el campeonato nacional. El responsable de un gimnasio de aquí me pidió ayuda y fuimos a negociar a Madrid para montar el campeonato en Ciutadella. Y lo conseguimos.

¿Solo por amor de padre?
— Sí (risas).

¿Cuánto dinero hizo entonces?
— Entre 2005 y 2009, facturaba seis millones al año, y tenía como una quincena de sociedades.

¿Y por qué ha pasado en poco tiempo de una situación tan boyante a lo que su abogado define como insolvencia?
— Pídaselo a todos los que están en mi misma situación, por la crisis. La facturación se ha desplomado desde entonces un 90 por ciento.

¿Le molesta que, habiendo amasado tanto patrimonio, ahora se le tenga por una simple marioneta de Avel·lí Casasnovas?
— Soy el mismo con seis millones de euros que con el bolsillo vacío. Te dejas manejar según tus principios. No tiene nada que ver.

¿Cómo pagará entonces a su letrado?
— El abogado es amigo mío. Supongo que me llevará la causa de oficio.

En este tipo de casos, el fiscal acostumbra a invitar al testaferro de turno a tirar de la manta a cambio de una amnistía. ¿Lo ha hecho en su caso?
— Sí, pero si no he hecho nada malo, ¿por qué tengo que declararme culpable? Yo no oculto nada...

¿Cómo acabará todo esto?
— Yo estoy seguro de que acabaré en la calle. Los demás, no sé.

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