Aprenden deprisa, tienen muy buena memoria e interés por el conocimiento, relacionan bien la información que reciben y están ávidos por conocer, si se les compara con otros compañeros de pupitre de su misma edad. Su ritmo no es el de los demás y por eso, la frase «me aburro» suele ser la que más repiten cuando se les pregunta por su día en el colegio.
Estas son algunas de las características de los niños con altas capacidades intelectuales quienes, sin embargo, también padecen fracaso escolar, si se sienten desmotivados en clase, e incluso acoso de otros alumnos por ser, precisamente, diferentes. Ahora un grupo de madres y padres se ha unido para poner en marcha en la Isla una asociación que asesore y oriente a las familias, que les ayude a organizar actividades y a desarrollar todo el potencial de sus hijos.
En Mallorca y en Eivissa entidades de ese tipo trabajan desde hace años pero en Menorca los progenitores se encontraban solos.
El impulso para crear esta asociación camina en paralelo a la aplicación, por primera vez este curso 2015-2016, del Protocolo de Identificación y Evaluación del Alumnado de Altas Capacidades en centros escolares de Balears. El protocolo ha sido elaborado por el Grup d'Investigació en Altes Capacitats (GIAC), que forma parte del Institut de Recerca i Innovació Educativa, en el que cooperan Govern y Universitat de les Illes Balears (UIB).
Rosabel Rodríguez, titular de Psicología de la Educación de la UIB, ha dirigido la elaboración del protocolo, del que también son autoras las especialistas en este campo Georgina Rabassa, Rocío Salas y Aurelia Pardo. A raíz de dicho documento se establecen en las aulas, en el primer curso de Primaria, pruebas para el cribaje y detección de estos niños por sus profesores (tests de inteligencia, de rendimiento, de aptitudes específicas, de creatividad por ejemplo), un control que el GIAC quiere «normalizar» y repetir en primero de Secundaria porque «es el momento de hacer ajustes», afirma Rosabel Rodríguez, cuando comienza la adolescencia.
Junto con los padres, los maestros juegan un papel fundamental en la detección de estos niños.
«Nuestro objetivo es sensibilizar, que los profesores se formen para detectar a estos alumnos, porque es un colectivo desconocido y a menudo abandonado, se ha trabajado mucho con otros colectivos pero no con este, cuando como sociedad nos interesa que haya gente capacitada y que realice avances en todos los campos, intelectuales, artísticos u otros», asegura Rodríguez.
Según la profesora, la precocidad, la celeridad en el aprendizaje, el interés de estos niños «choca con una escuela que no está pensada para la rapidez, nos hemos preparado mucho para atender a los que van más lento, y eso está muy bien, pero estos otros niños se quedan desmotivados. Hay que abrir los ojos y verlos, porque son el futuro de nuestra comunidad», subraya.