Las cabras silvestres que aparecieron en la urbanización de S'Algar hace casi cuatro meses, después de que un particular se deshiciera de ellas, han procreado y ya alcanzan una cifra próxima a la quincena. Mantienen su posición en unos terrenos próximos del camino de Cala Rafalet, aunque el Ayuntamiento de Sant Lluís asegura que las tiene relativamente controladas ya que ha hecho lo posible para dirigirlas a una boyera donde les suministran agua y comida. De esta forma descartan que continúen saltando a la urbanización como sí hacían cuando fueron descubiertas en los primeros meses del año, en busca de comida. En todo caso, continúan suponiendo un contratiempo, especialmente, en esta época estival dado que se encuentran sueltas.
«Estamos intentando encontrar una solución aunque ahora los animales los tenemos más o menos controlados, sabemos donde están y no molestan a los turistas y residentes en S'Algar», explica el concejal de Medio Ambiente, Llorenç Carretero, quien admite que la propia actividad de la urbanización en temporada alta, aleja a los animales de las zonas frecuentadas. En invierno saltaban a los chalés, destruían el césped y dañaban mobiliario particular y urbano.
Un vecino de la zona, con terreno disponible y experiencia puesto que posee otros animales, ha mostrado su disponibilidad para hacerse cargo del rebaño de cabras silvestres localizadas en el entorno de S'Algar, pero tropieza con las trabas burocráticas que marca la conselleria balear correspondiente.
Carretero explica que el vecino quiere quedarse con las cabras y solucionar el problema. Sin embargo la normativa exige documentar a los animales y abonar unos gastos administrativos que este vecino no está dispuesto a satisfacer. El precio que debe pagarse para regularizar la existencia de cada una de las cabras es de 10 euros por ejemplar, lo que retrae a las personas que podrían estar interesadas en acogerlas.