Pasear, mirar, tocar, comparar embriagarse del olor a nuevo... y volver a casa. La Feria del Automóvil de Menorca (Feriame) concluyó ayer su vigesimotercera edición con alrededor de 1.500 visitantes, un pobre balance de ventas cerradas y la sensación entre el sector de que en los próximos años hay que hacer algo más para lograr atraer al público hasta el recinto ferial de Maó.
El certamen abrió sus puertas el pasado viernes con una escasa afluencia y, aunque a medida que avanzó el fin de semana se incrementó el número de potenciales compradores, cuando se clausuró, ayer a las 14 horas, la impresión general la resumía el presidente de la Asociación de Concesionarios del Automóvil de Menorca, Orestes Carreras: «Ha sido positivo para que la gente vea los coches, pero no estamos muy satisfechos».
El motivo es que detrás de los ocho concesionarios que han expuesto en una de las ferias más longevas de la Isla hay un sector muy necesitado de incrementar su nivel de ventas: «En octubre han caído y en lo que llevamos de noviembre no van mucho mejor por lo que terminaremos el año en niveles parecidos al año pasado», cuando se vendieron 1.557 vehículos. «Necesitaríamos volver a unas 3.000 ventas anuales para que el negocio sea rentable para todos».
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No me extraña que no consiguiesen ventas, yo fui el viernes tardes dispuesto a cambiar mi coche viejo. Había modelos que me llamaban la atención y cualquiera de ellos podía ser mi nuevo vehñiculo pero veía que los comerciales no tenían interés en vender. Hablando entre ellos, uno con el mobil sentado en una mesa alta, otra que me vió mirando pero ni se atrevió a preguntarme si quería algo... Así es normal que no vendan. Que haya que miran por curiosidad sin interés de comprar es muy probable pero que no generalicen porque no todos eramos curiosos. Conmigo perdieron una venta.