No existe ninguna directriz expresa desde el Ministerio de Sanidad que prohíba el consumo del pangasius hypophthalmus, conocido en España como panga, pero la alarma se ha generalizado a partir de la decisión de la multinacional Carreffour de dejar de incluir a este producto en sus supermercados desde el 1 de febrero. Es la consecuencia, argumentan, de las dudas sobre los mecanismos de control de las granjas, fundamentalmente vietnamitas, que cultivan este pez blanco para evitar que los residuos contaminen las aguas de ríos y lagos donde se cría, pese a que califican su calidad como «impecable».
Esa decisión ha provocado una reacción generalizada de rechazo a este producto tan cómodo para los escolares a los que, por norma, no gusta el pescado que debe aparecer en el menú una o dos veces por semana. El panga tiene escaso sabor y no posee espinas pero ya hace casi siete años la Organización de Consumidores y Usuarios detectó pequeñas cantidades de mercurio en 4 de 23 filetes analizados. Por eso aconseja no comerlo más de una vez a la semana.
Los escolares menorquines forman parte ya de las más de 2.000 escuelas de todo el país que han retirado el panga de sus menús, sustituyéndolos por pescados de proximidad u otros preparados similares.