La posidonia oceánica ocupa una amplia franja del litoral de Menorca y se distribuye desde los pocos metros de profundidad hasta los 35 metros sobre fondos arenosos e incluso rocosos. Crea prácticamente un anillo. Y aunque los expertos indican que en líneas generales goza de buena salud, hay zonas concretas en las que la actividad náutica y los fondeos han dañado gravemente estos ecosistemas con síntomas claros y detectados de que las praderas están en regresión.
El responsable de Política Territorial del GOB, Miquel Camps, indica que la entidad ya pidió al Govern que tomara cartas en el asunto en puntos como el Arenal de Son Saura (ahora incluido en este servicio de vigilancia), Illa de l'Aire y puerto de Fornells. Pedían mayor vigilancia ante una presión náutica que está degradando los fondos.
Por su parte, el biólogo y director del Obsam, David Carreras, explica que la posidonia oceánica ha sufrido una importante degradación en las zonas próximas a los puertos. Hay pérdida de densidad de lechos y una reducción de la cobertura del fondo marino. En los puertos de Maó y Ciutadella, su actividad comercial y el incremento de la turbiedad del agua y, por tanto, la ausencia de luz suficiente han degradado la zona. Y «damos por hecho que no va a volver a crecer», la situación es irreversible. No obstante, en Fornells, la turbiedad obedece al fondeo de embarcaciones. Es la zona que «más nos preocupa», asegura Carreras, porque cabe trabajar mucho para que la degradación no vaya a más. Ports de les Illes Balears instaló en esta zona boyas ecológicas que, según Miquel Camps, no han tenido el efecto deseado, posiblemente por una insuficiente vigilancia que obligue a cumplir con los amarres y evite fondeos en la zona.
El Obsam especifica que una acción de fondeo, un barco arranca 50 lechos por metro cuadrado.
Carreras indica que si el primer año de implantación del servicio de vigilancia da sus frutos, cabrá insistir al Govern para que amplíe la red de vigilancia.