El precio de los alquileres de viviendas mayo a octubre ha subido un 20 por ciento respecto al año pasado, según las inmobiliarias. La diferencia puede llegar al 40 por ciento en algunos casos. La demanda de inmuebles disponibles se incrementa con la llegada de los trabajadores de temporada y choca con la bajada de la oferta, que escasea aún más a medida que se acerca el verano.
Quien con el buen tiempo desembarca en la Isla para trabajar lo tiene peor incluso que los menorquines, explica Xisco Pons, de Bonnin Sanso. Este perfil no puede ofrecer al propietario la misma estabilidad que quien alquila a largo plazo ni pagar las mismas cantidades que los veraneantes. Por ahora satisfacen la demanda por la facilidad con la que se adapta el arrendatario temporal. «Lo que quieren es un lugar digno en el que descansar cuando no están trabajando», aunque admite que la segunda tanda de mano de obra, la de junio a septiembre, tendrá serias dificultades para encontrar una vivienda en condiciones. Llegarán los meses en los que los propietarios pueden obtener desde 100 euros al día por inmueble al turista y por lo tanto en una semana ganan lo mismo que en un mes y medio de alquiler convencional, como explica Luis Armengol. Por un piso de dos habitaciones en el casco urbano se pagan entre 500 y 600 euros al mes, por ejemplo.