Primero los agroturismo y turismo rural, promovidos incluso durante los años de la crisis, y luego los hoteles de interior han sido dos alternativas que han dado aliento a la construcción. Pero los agentes del sector consideran que ambos mercados están al borde de la saturación.
A mediados del año pasado había entre unos y otros casi una veintena de expedientes en trámite, algunos de los cuales se están ejecutando actualmente, «pero no hay más proyectos detrás. Es una puerta interesante abierta en su momento pero sin continuidad», interpreta Climent Olives en referencia a los establecimientos de turismo rural. Otro tanto ocurre con los hoteles de interior, «estamos encantados con ese trabajo, pero tiene vida limitada», agrega.
Arquitectos y aparejadores comparten la diagnosis. «Los agroturismos aparecieron como la única vía para rentabilizar los edificios de las fincas y fueron además un estímulo inversor», señala Enric Taltavull. Reconoce que aún existe una interpretación a la normativa, tras la derogación parcial del Norma Territorial Transitoria, para convertir boyeras en alojamiento, siempre que se trate de edificaciones antiguas, aunque surgió la alarma en la Comisión Balear de Medio Ambiente al tramitar la declaración de interés general, ante la posibilidad de que se incluyeran boyeras más modernas.
Miguel Ángel Sicilia agrega que la derogación de la NTT no ayudó sino que creó inseguridad jurídica, aunque desde su punto de vista el principal motivo es que ese mercado ha tocado techo. Las líneas de planeamiento del PTI ahora en fase de revisión endurecerán las condiciones para el uso turístico del campo, por lo que no solo razones de mercado sino normativo supondrán un freno a unas inversiones que en el último lustro han llegado a llocs de todos los municipios. También en este ámbito se han producido numerosas compraventas, buena parte de ellas con expectativas de dar uso turístico a la fincas.
El razonamiento de mercado saturado sirve también para los hoteles de ciudad, cuya transformación ha vivido sus años de esplendor durante los últimos años. El tirón ha perdido empuje y el mercado muestra signos de saturación, según la opinión convergente de los consultados sobre la salud de un sector de gran peso tanto en la economía insular como en el empleo que genera.
Se trata en este caso de una regulación espontánea, dictada por el mercado, no normativa, pero las consecuencias para la construcción son las mismas. No obstante, aún quedan algunos proyectos en trámite.