El auge de las empresas que alquilan embarcaciones sin titulación de patrón es una constatación evidente que revela el litoral menorquín, especialmente en dos los meses punta de la temporada estival. Si en 1978 solo existía Ocimar, en Fornells, hoy al menos 30 firmas ofertan sus barcas de un máximo de cinco metros de eslora a quienes quieren descubrir porciones de la Isla desde el mar.
Pese a los continuos incidentes de estas barcas, obligatoriamente asociados al desconocimiento de quienes las manejan tras recibir una instrucción teórica rápida antes de zarpar —17 barcas se han hundido solo en la costa de Ciutadella en lo que va de verano— el más experto en este negocio considera que el pilotaje de estas barcas no debería provocar incidentes. «Nosotros tenemos 15 barcas en el agua y no se nos ha hundido ni volcado ninguna», explica Gerard Barber, de la empresa radicada en el puerto de Fornells.
Para Barber, que se alquilen barcas sin titulación a personas que apenas conocen el mar y, por tanto, carecen de la más mínima experiencia «no tiene por qué ser nada peligroso», más allá de que la legislación lo permita. Afirma, convencido, que los incidentes que se producen no son inevitables, debería bastar con ofrecer un buen servicio, tener las barcas a punto y evitar riesgos aún a costa de reducir ganancias si un día no se pueden alquilar porque la previsión del tiempo no es buena.
«Hay que trabajar en zonas reducidas y no darles la barca y que se vayan donde quieran, tener una respuesta rápida si hay un problema, y mientras tanto, al menos una barca de vigilancia en el mar, aunque haya que contratar a un patrón más, que controle a las alquiladas», explica Barber.
A quienes se alarman por la «temeridad» que supone darle una barca a motor a un profano en la materia, Gerard Barber recuerda que la legislación española en el alquiler de barcas sin titulación «es la más restrictiva de Europa». En Italia o Bélgica, por ejemplo permiten los alquileres sin titulación para barcas de una eslora mucho mayor, recuerda.
La proliferación de empresas incluye aquellas que no tienen un puerto fijo. Se anuncian en internet y sirven la barca al cliente en cualquier punto de la Isla utilizando cualquier varadero público. «Legalmente solo pueden navegar a dos millas del puerto base», recuerda Barber, aunque en muchos casos no se sabe a ciencia cierta dónde está ese puerto.