El llamado turismo de interior, los pequeños establecimientos boutique que en los últimos años están proliferando sobre todo en los cascos urbanos de Maó y Ciutadella, atrae a cada vez más visitantes. Los turistas responden a este tipo de oferta. Según los datos hechos públicos ayer por el Instituto Nacional de Estadística, el mes de julio, el primero de la temporada alta, se cerró con un balance de 9.961 pernoctaciones (noches de hotel), cuando hace dos temporadas solo se registraron 3.393. Prácticamente se han triplicado en solo dos años.
Así lo refleja también el cálculo de viajeros entrados en este tipo de establecimientos el mes pasado. De alrededor de 1.100 en julio de 2017 se ha pasado a casi 4.000 el mes pasado. Son cifras obviamente muy reducidas en comparación con el volumen de clientes que registran los establecimientos convencionales, que cuentan con una cantidad de plazas de alojamiento mucho mayor, pero da una muestra de la buena aceptación que está teniendo este tipo de oferta.