La ficha
Originario de Milán, Italia
Nació el 22 de mayo de 1969 en el norte de Italia, pero se siente más del sur.
Actualmente vive en Binibéquer Nou.
Llegó a Menorca el 24 de agosto de 2014.
Profesión: patrón de velero de su empresa y productor musical.
Estudios: Música y Escuela de Arte.
Su lugar favorito de la Isla es: Algaiarens.
La idea de dejarlo todo y emprender una nueva vida en otro lugar rondaba desde hacía tiempo por la cabeza de Ettore della Campa. Siempre le habían hablado muy bien de Menorca y un buen día la Isla, por cosas del destino, se cruzó en su camino.
¿Qué le llevó a querer abandonar su país?
— No me gustaba la vida que llevaba en Italia, queríamos un lugar un poco más tranquilo para que crecieran nuestros hijos. Allí me dedicaba al mundo de la música, ganaba bastante y tenía mucho tiempo libre, y era por eso que en los meses de verano trabajaba como patrón, porque me gustaba. Hay que decir que a principios de la pasada década ya había estado temporadas en Balears con un velero que traíamos desde el norte de Italia para hacer chárters.
¿En todas las islas?
—En Mallorca, Eivissa y Formentera. Hacía rutas durante una semana entre esas islas, una especie de circuito. Ya conocía España, donde había estado de vacaciones y me gustaba mucho su gente, pero durante esos años descubrí Balears y me pareció un destino muy bueno, pensé que podría ser un sitio bueno para mudarnos.
Curioso que Menorca fuera la única isla que no conocía del Archipiélago y acabara aquí.
—Pues sí. Lo que ocurría es que cada vez que llegaba un verano a Mallorca me encontraba con un hotel nuevo en cualquier playa, y eso me parecía una lástima. La verdad es que siempre me hablaban de Menorca y uno de aquellos años, volviendo a Italia en el velero después de la temporada, tuvimos un problema con el piloto automático y decidí parar en Menorca para arreglarlo. Al entrar en el puerto de Maó me pareció un paraíso. Y me dije, un día tengo que volver.
Dicho y hecho.
—Bueno, antes me informé bien. Cuando nació mi primer hijo, en 2010, ya estábamos planeando salir de Italia. La verdad es que el trabajo iba bien, aunque era una lástima dejarlo todo, pero después de pensarlo durante unos años y tras valorar algunos destinos, varios en Italia donde teníamos familia, al final nos decantamos por Menorca. Vinimos un mes de abril de visita y nos gustó. Y desde 2014, aquí estamos.
¿Cómo fue la adaptación a la que es su nueva casa?
—Veo que muchos italianos no acaban de encajar con los menorquines, especialmente los que vienen del norte, algo que a mí también me pasa con mis compatriotas de esa zona. En el sur, una zona con la que me identifico mucho, y en el norte pensamos un poco diferente. Cuando voy a un lugar siempre me gusta relacionarme con los locales. Aquí encontramos una casa en el campo que era perfecta para nosotros, con espacio para montar mi estudio de grabación. Me sentí muy a gusto.
Dejó atrás una buena situación laboral. ¿Cómo fue el proceso de reengancharse al mundo del trabajo?
—Sabía que iba a ser difícil porque hoy en día ganarse la vida en el mundo de la música resulta complicado. Me dedicaba a la composición y producción de música de anuncios, sobre todo, y también de películas. Aquí estaba abierto a todo y sí que resultó un poco difícil arrancar. En Italia un 70 por ciento de mi tiempo lo dedicaba a la música y el resto a ser patrón, que no era un trabajo que me resultara necesario, lo hacía más que nada porque me gustaba; pero al llegar aquí se cambiaron las tornas, y comencé a trabajar mucho más en el mundo de los barcos.
¿Se despidió de la música?
—Lo que sucedió es que todos los contactos laborales que tenía hechos de Italia me dejaron, así que hubo que empezar de nuevo. Me dedico a la música desde pequeño y estudié en la Escuela de Arte. En Italia tenía una discográfica que cerró en el año 2000 porque ya no se vendían discos. Fue entonces cuando comencé a componer música para anuncios. Ahora aquí también tengo mi propio estudio y con el tiempo conocí a Toni Escandell y he colaborado con él en la producción de sus documentales de naturaleza.
¿Qué influencias musicales tiene?
—Tengo una formación clásica de fortepiano y también estudié jazz durante dos años. Estudiando conocía a un DJ italiano de house famoso, y con él me introduje en un mundo totalmente diferente. Montamos un estudio en Milán. Llegamos a hacer remixes para Bobby Brown y Madonna y a producir también uno de los temas más famosos de Robert Miles. Fue toda una experiencia.
Ahora que el turismo es su principal ingreso, ¿cuánto puede estirar ahora la temporada trabajando en el sector náutico?
—Aquí el problema es que solo hay trabajo desde finales de mayo hasta septiembre, aunque son unos meses en los que se trabaja bien. Al principio prestaba solo servicios como patrón, pero con el paso del tiempo compré el velero con el que trabajaba y montamos una empresa de chárter con la que llevo tres temporadas. Empezar siempre es complicado, pero este último año ha sido el mejor de todos. Un velero de trece metros genera muchos gastos, pero es un trabajo que me gusta mucho.
¿Cómo califica la Isla como destino para ese tipo de turismo?
—Es un lugar perfecto para descubrirlo dando la vuelta a la Isla. Hay clientes que al principio piensan en ir a Mallorca porque está cerca y creen que Menorca es pequeña, pero lo que ocurre es que al final una semana se queda corta para conocerla a fondo.
¿Qué impresión se llevan del lugar sus clientes?
—Les sorprende mucho. La mayoría de la gente llega con la idea de conocer algunos lugares muy concretos.
Como por ejemplo.
—Macarella y Turqueta. Pero yo lo que digo es que es importante tener en cuenta que desde el mar todo se ve diferente. Por ejemplo, yo no recomendaría Punta Prima como playa, pero desde el barco puedo decir que es uno de los lugares más hermosos de la Isla, parece el Caribe.
Lo que ocurre, en ciertas playas, es que desde la arena resulta complicado ver el horizonte por la cantidad de embarcaciones fondeadas.
—Sí, es un boom de los tres últimos años. Recuerdo como en las otras islas de Balears la pasada década no estaba tan masificado, y en Menorca cuando llegué tampoco. El turismo ha cambiado, antes era más de élite. Yo creo que ha cambiado el perfil del turismo, pero la Isla no tanto. Lo bueno es que hay muchas áreas protegidas. En agosto a veces es complicado encontrar un sitio. Yo estaba en Ciutadella fondeado el día que sucedió el incidente con el barco que maniobraba en el dique, justo al lado, y estaban las embarcaciones muy juntas, todo muy al límite. Fue un gran susto.
¿Cuál es tu sitio favorito de la Isla?
—Algaiarens. Me encantan esas playas con rocas rojas, son espectacular cuando llegas con el velero. Hay una luz fantástica en la puesta de sol. Trebalúger también es uno de mis lugares favoritos. En verano es complicado, pero busco rincones solitarios para que los disfruten los turistas.
¿Cree que, pese al crecimiento de los últimos tiempo, Menorca preserva su esencia?
—Yo creo que sí. Que no se haya construido mucho es algo que ayuda. Ahí, que sea Reserva de Biosfera ayuda mucho. Opino que los menorquines quieren mucho a su isla y eso se nota.
¿Por qué gusta tanto Menorca en Italia?
—Es un destino del que se habla mucho, un lugar exclusivo y que genera curiosidad. En los últimos tiempos creo que se ha visto favorecida por la crisis turística de los países del norte de África.
Hay quienes, a nivel mundial, dicen que el turismo va a acabar con todo. ¿Se está desmadrando mucho la cosa?
—El problema es que aquí se concentra todo en el verano. Considero que Menorca no es una isla cara para vivir pero sí para el turismo.
¿Qué es lo que más le gusta de la vida aquí?
—La tranquilidad, la naturaleza y el mar. Me gusta también el respeto que tiene la gente, me recuerda al sur de Italia, la gente parece cerrada pero no es lo es. Venir a vivir aquí fue un cambio muy radical, pero volvería a hacerlo; de hecho intentaré quedarme aquí lo más que pueda. Lo que me ofrece la Isla es suficiente para mí, no me interesa tanto el dinero como vivir como me gusta. Menorca me da lo que necesito; me despierto cada día tranquilo. Aquí he encontrado mucha paz.
¿Qué echa de menos?
—Casi nada. La familia, pero aquí estamos cerca, a dos horas de avión. En Milán me faltaba el mar durante toda mi vida; y de pequeño con mi familia siempre disfrutaba mucho de él, siempre he llevado el mar en mi sangre, y aquí lo tengo por todos lados.