Hacer cualquier previsión sobre la temporada turística es en estos momentos moverse en arenas movedizas, pero la cosa pinta muy mal. Los principales turoperadores turísticos están empezando a cancelar los contratos cerrados con los establecimientos hoteleros y a suspender sine die sus operativas inicialmente previstas. Las ventas de vacaciones están prácticamente paralizadas, son claramente anecdóticas, y continúa la cascada de cancelaciones. Es un panorama desolador no solo para el sector del alojamiento, que se prepara para lo peor, sino para el resto de negocios que dependen de la llegada de visitantes.
Fuentes bien informadas del sector hotelero explicaban ayer que se mueven en la total incertidumbre, pero que los mayoristas turísticos están intentando renegociar los contratos para intentar salvar al menos una parte de la temporada alta. Los intermediarios son pesimistas, consideran que este año no habrá temporada, aunque otras voces confían en que finalmente haya un mínimo de actividad, aunque sea con una temporada turística de una brevedad sin precedentes.
Consecuencias
Lo que se da por hecho es que serán muchas las empresas turísticas que, se cumpla el escenario pesimista o el ligeramente más optimista, no podrán resistir una caída de actividad como la que se avecina, con lo que ya no se trata de si se necesitarán más o menos trabajadores, sino de si podrán mantener abiertos: «Habrá muchos, muchos en Menorca que no llegarán como empresas cuando esto acabe», advertían ayer fuentes de la Asociación Hotelera de Menorca (Ashome).
Cabe recordar que en verano más del 77 por ciento de los trabajadores afiliados a la Seguridad Social que hay en Menorca se dedican al sector servicios y de estos casi el 40 por ciento trabajan en actividades directamente relacionadas con el turismo.