La pandemia ha separado a una familia numerosa de Es Castell que vive jornadas de angustia porque la madre, Ester Monti, permanece literalmente atrapada en Argentina, en un pueblo situado a 30 kilómetros de Córdoba, en la región centro de la república, sin poder regresar a Menorca
En la Isla le aguardan sus cuatro hijos menores de 4, 6, 9 y 11 años y su marido, Josep Pons, quien de la noche a la mañana ha tenido que dejar su ocupación profesional como pescador para hacerse cargo de sus descendientes y de la casa en general.
Ester, de 36 años, viajó a Argentina el pasado día 5 porque su padre tenía problemas de salud e iba a ser sometido a una operación quirúrgica. El vuelo de regreso con la compañía Air Europa la iba a devolver a Menorca dos semanas después, el día 19. «Sin embargo, dos días antes de la salida le comunicaron que ese vuelo quedaba cancelado», explica su marido, Josep Pons, quien se ha visto sacudido por una situación harto complicada para él. «Estoy solo ahora con los dos niños y las dos niñas, soy pescador y, claro está, no puedo salir porque me he tenido que hacer cargo de todo lo que hace mi mujer en la casa cuando yo voy a trabajar».
Ester y Josep contrajeron matrimonio hace 6 años. Ella tienen en trámite la nacionalización española pero aún no la ha conseguido. En todo caso, relata Josep, «ha acudido a la embajada española en Córdoba, se está moviendo para buscar una solución pero esta no llega». En la embajada le informan sobre la restricción de vuelos. Hace unos días le dieron la opción de salir desde Córdoba a Buenos Aires, y hacer escala en Sao Paulo para viajar luego a Madrid, señala su marido, «pero nadie nos garantiza luego que el vuelo de Sao Paulo a Madrid también se cancele por los pocos aviones que viajan a España debido a la extensión del virus aquí, y se quede tirada en Brasil sin familia ni nadie conocido. Eso nos da mucho miedo».
Josep ha echado mano de contactos directos en Menorca, tanto en la Dirección Insular de la Administración General del Estado como en la Base Naval de Maó, «y están tratando de echarnos una mano, pero de momento no tenemos solución».