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Pandemia de coronavirus

El campo de Menorca se une contra la pandemia

Los payeses continúan fieles a su compromiso para combatir el coronavirus con las tareas de desinfección a bordo de sus tractores

Los agricultores arriman el hombro con la vista puesta en los problemas de su sector | Josep Bagur Gomila

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Visto el ejemplo del ‘ejército' de tractores que ya se estaba poniendo en marcha para combatir el coronavirus en otros territorios, en Menorca no se tardó en tomar nota para armar también la defensa en la Isla. El ofrecimiento llegó de la mano de las organizaciones profesionales agrarias hasta el Consell. En la administración gustó la idea y, visto cómo la amenaza iba creciendo, se encargó de coordinar un operativo cuya gestión delegó posteriormente en los ayuntamientos.

Después de unos cuantos días sin salir para llevar a cabo las tareas de desinfección por culpa de la lluvia, ya que el trabajo hubiera sido poco o nada efectivo, los tractores volvieron a tomar la calle el pasado jueves. «Consideramos que era nuestro deber ayudar para intentar paliar la crisis», confiesa Tóbal Seguí desde la finca de Ciutadella Binigafull cuando se le pregunta sobre la ola de solidaridad que está llegando desde el campo menorquín.

En esa línea, Eric Pérez, de Torralba, mantiene igualmente que es una ocasión en la que toca arrimar el hombro. «Estamos perfectamente equipados para ello», argumenta este otro payés, quien recuerda que había que sacar provecho a que todos los agricultores han de tener el carnet de manipulador de fitosanitarios, permiso indispensable para realizar las tareas de desinfección.

Así, en turnos dobles, bien a primera hora de la mañana o al caer el sol, y en grupos de dos tractores, la gente del campo de la Isla actúa en segunda línea, sin ganas de protagonismo, como refuerzo en las tareas de limpieza. «Nos encargan esos espacios a los que no llegan Protección Civil o FCC», relata Pérez. Suelen ser zonas de grande afluencia, como aparcamientos de supermercados, el entorno de centros sanitarios o estaciones de autobuses. Tras partir de los llocs, y previa parada para cargar los depósitos de desinfectante, recorren las calles de las poblaciones cada día durante cerca de dos horas.

«Cuando nos organizamos lo hicimos con la idea de ayudar para hacer que todo pudiera volver a la normalidad cuanto antes», añade Joan Fedelich desde otro predio de Ciutadella, Sant Joan Gran. Una labor altruista en la que por otra parte Fedelich tenía depositada una gran esperanza, que la cosa evolucionara favorablemente y que se pudieran celebrar las fiestas de Sant Joan. Finalmente no podrá ser así: «Ha sido un gran mazazo», confiesa para a renglón seguido añadir que ahora hay que continuar mirando hacia adelante.

A los agricultores, que ponen el trabajo y la maquinaria, se les ha comunicado desde el Consell que pasen la factura del combustible para que se les abone posteriormente. Sin embargo, los protagonistas de los testimonios recogidos no tienen ni la más mínima intención de hacerlo. «Está claro que esto no lo hacemos por dinero», zanja Seguí. Su compromiso está totalmente fuera de duda. Y en ese sentido, el concejal del área de Limpieza en Ciutadella, Andreu Cardona, lo resume en dos frases: «Si les pides diez, ellos te van a dar doce».

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