Hay una rebelión en marcha en el puerto de Maó y la cerilla que ha prendido la mecha, en estos delicados momentos de crisis sanitaria y económica, ha sido el último cambio circulatorio. El acuerdo entre el Ayuntamiento y Autoridad Portuaria para implantar el sentido único en la circulación, desde la Cuesta Corea hasta el final del aparcamiento de la Estación Marítima, se toma, según un grupo de empresarios de la rada que asegura ser el mayoritario, «para favorecer a una minoría del muelle de Llevant» pero será «la muerte súbita» del resto de negocios.
Esto es así porque, de no encontrar una plaza donde aparcar, los conductores deberán continuar hasta finalizar el puerto, tomar la ronda hacia el polígono y de ahí «meterse en el laberinto de calles de la ciudad» para volver a bajar al puerto. Posiblemente -temen y denuncian los restauradores y comerciantes que ya han empezado a recoger firmas contra la medida-, muchos clientes se den por vencidos y se dirijan a otras zonas de la isla donde cenar o pasar un rato de ocio. «Ecológicamente también es un disparate», denuncian.
Donde está el sentido común. El sentido único nunca es positivo, sea en circulación o en otras cuestiones vitales. Como se ocurre impedir la libre circulación en vehículo más ahora que se presenta un verano donde habrá muchos menos vehículos y habrá más aparcamientos para poder aparcar, precisamente lo importante es facilitar el acceso a estos locales sin tener que dejar el coche muy lejos de ellos, y para la gente mayor también es un alivio.