Tras un mes de julio sin incidencias en lo que se refiere al nivel de ocupación de sus playas, el aumento del turismo en las últimas semana ha llevado al Ayuntamiento de Alaior ha reforzar el servicio de vigilancia para controlar el aforo en los arenales, principalmente en el de Son Bou, y velar por que se cumplan todas las normas de seguridad en tiempos de coronavirus. Se trata de una medida pionera en la Isla.
«Hemos visto como en agosto se han comenzado a producir aglomeraciones, especialmente en las zonas de acceso», reconoce la concejala de Medio Ambiente, María del Mar López, razón por la que ahora se cuenta con dos trabajadoras sobre el terreno que se encargan de velar por que se cumplan las normas e informar sobre en qué zonas se concentra más gente de la recomendable.
Las informadoras pertenecen a la empresa Marsave, que a su vez se encarga de las tareas de vigilancia y socorrismo en Son Bou, un equipo que está constantemente en contacto con un coordinador municipal, Juan Coll, quien a su vez hace de enlace directo con la Policía Local, que en última instancia se ocupa de cerrar el acceso al parking cuando es necesario.
En lo que va de verano, la playa aún no se ha cerrado por completo, pero sí parcialmente. «Cada día es una historia diferente, es imprevisible», explica Coll. Por ejemplo, en una jornada supuestamente fuerte como la de ayer, el aparcamiento permaneció abierto durante todo el día y tan solo se cerró una pasarela, entre las 12.30 y las 13 horas, de las diez que hay.
Sin embargo, el viernes el parking no admitió entradas entre las 3 y las 4 de la tarde, pero todas las pasarelas permanecieron abiertas. Según explica Coll, intervienen diferentes variables, pero parece demostrado que a veces el exceso de gente no está directamente relacionado con la llegada de coches, sino con la distribución de la gente a lo largo del arenal y la llegada de visitantes a pie directamente desde los hoteles.