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Pandemia de coronavirus

El desplome del PIB del confinamiento en Menorca se ha comido el crecimiento de 4 años

Los datos económicos confirman la caída del 41,7 % durante el segundo trimestre del año, la mayor del siglo

La siempre transitada calle Ses Voltes de Ciutadella ha ofrecido este año una imagen algunos días desoladora. | Josep Bagur Gomila

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Los datos que el Govern ha dado a conocer esta semana confirman el avance ofrecido hace un mes por el conseller balear de Modelo Económico, Iago Negueruela. El PIB se ha desplomado en Menorca un 41,7 por ciento durante el segundo trimestre del año, el que comprende los cien días de estado de alarma y casi tres meses de confinamiento.

Significa que en ese periodo se ha esfumado el crecimiento acumulado durante los cuatro años previos, los del tirón económico que siguió a la crisis que emergió en 2008. El vigor mostrado en 2016 y 2017, merced a la gran afluencia turística de ese periodo, había empezado a bajar el pistón en los dos años siguientes, pero hasta el cuarto trimestre de 2019 revela un crecimiento por encima de un punto en toda la serie de la recuperación.

El crecimiento acumulado de esos cuatro años suma un 41 por ciento, un valor similar al del hundimiento del segundo trimestre de 2020. Si bien se trata de un estudio imperfecto por cuanto la base de cálculo no siempre es la misma, da una idea cierta del desequilibrio que se ha producido en solo tres meses de parón económico.

Los primeros quince días de confinamiento, coincidentes con la última quincena del primer trimestre, impactan ya de pleno en la actividad económica, que cerró el periodo de enero a marzo con un -5,2 por ciento. Un dato negativo de este calibre no aparece en las dos décadas que van de siglo. El más cercano hay que ir a buscarlo al cuarto trimestre de 2009, en el periodo más profundo de aquella crisis, cuando el ritmo de crecimiento tocó umbral en -3,9.

La economía se ha despeñado a esos niveles por una razón de peso, la dependencia turística, y por esa misa razón la caída fue el doble de la media española. Cabía confiar entonces en una minitemporada turística pero intensiva. En agosto se vio que no podría ser porque faltó a la cita el emisor internacional. «Ya podemos certificar la defunción de la temporada», escribía en septiembre el economista Joan Sánchez Tuomala en el boletín de coyuntura que elaboran Obsam y Cercle d'Economia. El tercer trimestre apenas enderezó la marcha y ese mismo mes el conseller ya aunciaba que se prevé un descenso de en torno al 28 por ciento.

«Hemos pasado en varias décadas de negar el turismo a negarlos la posibilidad de un futuro fuera de esta actividad. Algo que resulta sociológicamente neurótico», analiza Joan Sánchez.

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