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La Diócesis despide con gratitud al obispo Ciuraneta, ‘pastor bueno'

La imagen del obispo Ciuraneta en el presbiterio | Toni Barber

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«Esta mañana recordamos con cariño y gratitud a Francesc Xavier Ciuraneta que durante ocho años fue obispo de esta Diócesis. En esta misma Catedral fue ordenado obispo el 13 de septiembre de 1991, con asistencia del nuncio de su santidad y de otros diez obispos, junto a un centenar de sacerdotes», manifestó este sábado el obispo de Menorca, Francesc Conesa, en el funeral por quien fue pastor de la Iglesia de Menorca desde 1991 a 1999.

Explicó que «después de una larga y penosa enfermedad, el pasado miércoles fue llamado a la casa del Padre desde su pueblo natal, Palma d'Ebre» y añadió que «con esta celebración queremos dar gracias a Dios por su vida y, muy especialmente, por su dedicación a esta Iglesia de Menorca a la que sirvió como pastor bueno».

Sobre el presbiterio de la Catedral, que acogió en la mañana del sábado este funeral diocesano, se colocó la imagen del obispo Ciuraneta. Una amplia representación del clero menorquín acompañó al obispo Conesa.

En su homilía, el prelado de Menorca destacó «durante su ministerio entre nosotros, el obispo Ciuraneta se esforzó por hacer crecer la fe en Jesucristo, cultivando de modo particular la vida espiritual de los sacerdotes y seminaristas, y fomentando la participación de los laicos». Aludió a la Asamblea Diocesana (1996-1998) que convocó a raíz de la conmemoración del bicentenario de la diócesis de Menorca: «supuso una importante renovación para nuestra Iglesia y sus propuestas de actuación dieron un fuerte impulso a la evangelización».

Subrayó que Francesc Xavier Ciuraneta «recibió el don de la fe junto con las aguas del bautismo hace ochenta años en su pueblo natal; en 1964, recibió la ordenación sacerdotal que le destinó al servicio del pueblo de Dios; y, finalmente, el don de la plenitud del sacerdocio en el ministerio episcopal que ejerció aquí entre nosotros, en Menorca».

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