La juez Belén Velázquez Turnes, titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Ciutadella, ha resucitado el caso Nerer acotando la acusación a Avel·lí Casasnovas, a Ildefonso Vinent, que es la persona que utilizó como testaferro para la adquisición de una propiedad, y a los empresarios Fernando Orfila Marqués, Antoni Cavaller Gener, Francesc Cavaller Gener y José María Gelabert Fuxà.
Para el resto de los inicialmente investigados decreta el sobreseimiento provisional parcial y archivo de las actuaciones. Estos son Javier Pedret Nadal, José Villanova Rebollar, Carlos José Vives de Arpe, que eran los tres socios de la inmobiliaria Nerer que proyectaron un hotel en el Palau Saura Morell; las arquitectas municipales Juana Vivó de Salort y María Antonia Castro Santos; la hermana del principal acusado, Joana Maria Casasnovas Coll, y Ramón Bosch Castelló, adquirente del inmueble sito en la calle Roser, 7.
Sobre Avel·lí Casasnovas, que fue el factótum de la política municipal en ese periodo, ordena que continúen la investigación por si los hechos que se le imputan fuesen constitutivos de delito de prevaricación administrativa, cohecho, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y blanqueo de capitales. Este presunto delito es el que pesa también sobre su testaferro, Ildefonso Vinent.
Sobre los cuatro empresarios implicados continuará la investigación por si los hechos que se les imputan son constitutivos de un delito de cohecho (soborno) y de tráfico de influencias. No hay cambios en la tipificación de las actuaciones ocurridas en el agitado mandato que presidió Llorenç Brondo, quien tuvo en el caso Citur otro frente importante de corrupción.
El negocio
La juez considera acreditado, sin que sea necesario practicar más diligencias, que Avel·lí Cassanovas aprovechó su condición de concejal de Urbanismo y Cultura para favorecer sus intereses particulares y los de los cuatro empresarios, «quienes estaban interesados en adquirir la parcela 1.1 del sector B.8», un solar municipal de 2.178 metros cuadrados del paseo marítimo conocido entonces como la joya de la corona.
La operación se pergeñó con la compra previa, a propuesta del concejal, del Palau Saura Morell argumentando «pretendidas necesidades culturales y polivalentes para justificar la operación», según recoge el auto. Sobre este inmueble se había proyectado un uso hotelero, pero los socios de Nerer Inmobiliaria no lograban sacar adelante el papeleo en las oficinas municipales.
Era diciembre de 2005 cuando el Ayuntamiento aprueba la compraventa sobre una valoración de Tinsa de 2.878.514 euros, elevada por incluir unas explotación hotelera que en realidad no existía. La parcela del paseo marítimo estaba tasada en poco más de tres millones. En marzo del año siguiente se firma la permuta ante notario entre el alcalde y Nerer.
El mismo día y en la misma notaría Nerer vende a los empresarios, aunque «se oculta la verdadera identidad de la nueva propiedad» y se modifica el valor de la misma.