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Sanitarias, de turismo en Menorca, denuncian la masificación en una excursión en barca

Elevan su queja a Consumo y una petición de inspección de la empresa que realiza salidas por la costa sur de Ciutadella

Llegada este miércoles a la tarde al puerto de Ciutadella de un barco de la empresa contra la que se dirige la queja

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Tres turistas de Asturias, profesionales sanitarias en primera línea de lucha contra la covid-19 en esa comunidad, han presentado una queja formal a Puertos de Balears y a la Dirección General de Consumo, para que se inspeccione una empresa de excursiones marítimas por las condiciones en las que realiza las salidas por la costa sur de Ciutadella, según su propio testimonio, sin respetar la distancia de seguridad entre pasajeros y la mayor parte de ellos sin hacer uso de la mascarilla, obligatoria cuando no se puede mantener el metro y medio de separación aunque se esté en el exterior.

La dirección del puerto ya ha remitido la queja a la Gerencia de Ports y el pasado día 12 tuvo registro en Consumo la queja en la que no solo se solicita el reembolso de los 135 euros que pagaron por la excursión sin llegar a realizarla, sino también «la inspección de la empresa por no respetar la normativa vigente y poner en riesgo la vida de sus pasajeros». La directora del puerto de Ciutadella, Alicia Prieto, confirmó a «Es Diari» esta denuncia formal y afirmó que, como ente público, Ports IB concede las autorizaciones de amarre para la actividad de transporte marítimo de turistas, pero que la inspección sobre el cumplimiento o no de las normativas relativas a la pandemia corresponde a Salud.

No obstante la directora de las instalaciones sí opinó sobre la «incongruencia» que supone elevar el aforo en este tipo de embarcaciones cuando, por razones obvias de espacio, «no es compatible» con que se mantenga la distancia de seguridad para evitar contraer la covid-19.

Las sanitarias Leticia, Lara y Verónica en el aeropuerto

Y es que el Consell de Govern del pasado día 9, en pleno ascenso de los contagios, aprobó el Plan Consolidado de Medidas de Prevención, Contención y Coordinación para afrontar la Crisis Sanitaria y dicha normativa, en las medidas relativas al transporte marítimo turístico, permite utilizar el 75 por ciento de la capacidad de las cubiertas cerradas de las embarcaciones y el cien por cien de las plazas descubiertas. «Cuando el nivel de ocupación lo permita, se ha de procurar la separación máxima entre usuarios; los usuarios han de hacer uso obligatorio de la mascarilla», reza la norma, que también obliga a las empresas de transporte marítimo de turistas a llevar un registro de todos los pasajeros, donde consten datos personales y de contacto.

Lo que sucede es que si con 150 personas, que es la cifra que la empresa alegó llevar ante la protesta de estas turistas, ya es complicado mantener las distancias, esta medida anti-covid es imposible de cumplir con el aforo completo, con el agravante de que, al tratarse de una actividad al aire libre, mucha gente opta por desprenderse de la mascarilla pese a la proximidad con otras personas. Una norma colisiona con la otra, y reducir el aforo para que se mantengan las distancias depende «de la conciencia de cada uno, hay empresas que lo hacen, salen con medio aforo», remarca Prieto.

Les invitaron a abandonar el barco «de muy malas maneras»

La empresa no les retornó los 135 euros (45 por persona) porque alegó que la decisión de no realizar la excursión fue suya, los responsables del barco dijeron que cumplían las medidas. Las invitaron a abandonar la embarcación si no se sentían cómodas y luego, explican en su queja a Consumo, al llamar a la empresa al día siguiente para pedir el dinero (la reserva era on line) «vuelven a tener malas formas y nos recriminan que abandonar el barco fue decisión nuestra».

Leticia declaró a este diario que «en realidad ya el dinero me da igual, me importan la salud y las vidas, se la están jugando por una excursión de siete horas en barco».

«Sabemos que hay crisis, hay que hacer cosas pero hasta cierto punto»

Leticia, es auxiliar de enfermería en una UCI covid del Hospital de Cabueñes, en Gijón. Sus amigas y compañeras, Lara y Verónica son enfermeras, las dos de UCI, covid y no covid. Han vivido la pandemia de cerca y han luchado contra ella. Por eso no salen de su asombro al comprobar algunos comportamientos, que parecen ajenos al duro año y medio vivido. «Nos hemos tomado unas vacaciones con normas, porque nos las merecemos», explica Leticia, «alquilamos una casa, usamos la mascarilla FFP2 en el avión y ni comimos ni bebimos, es un vuelo de hora y media, puedes aguantar, y no nos hemos sentado en terrazas donde veíamos que no se guardaban distancias», explica Leticia. Contrataron diversas actividades (paddel surf, kayak, lancha por Fornells) y todas fueron bien, empresas responsables que no llenaron el aforo para que sus clientes se sintieran más seguros. Hasta el día de la salida por la costa sur de Ciutadella. «No había ni un hueco, todos hacinados», relata. «Sabemos que hay crisis, hay que viajar, hacer cosas, pero hasta cierto punto», concluye.

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