«Vives en un sitio turístico. Si no te gusta, ¡vete!», le espeta un turista que visita Binibèquer Vell a una propietaria que le acaba de llamar la atención por haber invadido su casa. «La gente viene aquí y se piensa que esto es un parque temático, cuando es una urbanización privada», explica. «Los turistas suben por las escaleras, se sientan en las sillas e incluso despliegan un pícnic en la terraza de casa», asegura, «y, muchas veces, cuando se les hace saber, te contestan de una manera irrespetuosa».
Según cuentan varios residentes del Pueblo de Pescadores, esta es una situación que viven diariamente en la época estival. «Es insostenible», lamenta otro propietario. Él tiene dos sillas menorquinas colocadas a ambos lados de la puerta en las que ha escrito, en una de las patas, «privado». Afirma que lo ha hecho porque la gente da por hecho que es mobiliario urbano y ya le han roto dos. «Vienen, se sientan con la ropa mojada y en grupos de cinco o seis para sacarse la foto con la casa de fondo», expresa.
El Pueblo de Pescadores de Binibèquer Vell es una de las zonas más visitadas de Menorca durante el verano. Sus edificaciones que visten de blanco, así como sus calles estrechas y su disposición frente al mar, son el principal reclamo turístico que llama la atención de miles de viajeros curiosos que, cada año, en sus redes sociales, lo definen como el «Miconos español».
«Las plataformas digitales han hecho mucho daño», explica una propietaria. En Instagram, la red social visual por excelencia en estos momentos, existen alrededor de 52.000 menciones con la etiqueta «Binibeca» que hacen referencia a esta urbanización. «La gente viene, busca el punto concreto y se coloca para recrear la foto que ha visto en las redes sociales», asegura. «Vienen con el móvil pegado y con diferentes conjuntos de ropa para cambiarse aquí mismo», añade.
Inconvenientes
La gran afluencia turística durante los meses estivales supone un problema para los residentes. «Aparcar es una misión imposible», afirma uno de los propietarios, que también critica la «llegada de hasta seis autobuses turísticos que van repletos».
«No estamos en contra de que vengan turistas, sino de que vengan turistas que no respetan el pueblo ni a los propietarios», aclara. Las señales que ruegan «silencio, por favor» y los carteles que piden «ayúdenos a conservar limpio el poblado de pescadores, respete la intimidad y el descanso de los residentes» no son suficientes. Explica que no son pocas las veces que «ensucian el entorno, hacen botellones y ruido, incluso de madrugada».
En general, ante esta realidad, los propietarios de Binibèquer Vell lamentan sentirse «abandonados» por las administraciones y piden «regular la situación». Coinciden en que «el Pueblo de Pescadores se ha convertido en un reclamo turístico de usar y tirar» en el que «no se respeta el entorno, las casas ni la privacidad de las personas que vivimos aquí».
Recuerdan que, a pesar de que es una urbanización abierta al público, originalmente es una «propiedad privada y habitada por los vecinos» y que ellos mismos se encargan de «pagar las tareas de mantenimiento del poblado, como el pintado, la limpieza y jardinería».
En este sentido, explican que la aparición de las pintadas contra «el turista maleducado» detectadas el martes en todo el pueblo han supuesto para ellos «un impulso para luchar, ser escuchados y coger la suficiente energía como para no rendirnos y lograr encontrar una solución».