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Los hoteles de Menorca se aseguran un 90 % de ocupación hasta final de septiembre

La patronal Ashome detecta una cierta ralentización en el ritmo de las reservas de fin de campaña, pero las plazas por vender ya son pocas

Turistas disfrutan de un día de playa en Cala Galdana. | Josep Bagur Gomila

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La temporada turística está rompiendo en cifras el techo de los años de mayor flujo de visitantes, que son los que precedieron a los dos de pandemia y restricciones a la actividad. Las reservas en los hoteles auguran una ocupación de entre el 85 y el 90 por ciento hasta finales de septiembre, asegura Ashome, por lo que se mantiene el fuerte ritmo con el que comenzó el año turístico. En octubre esperan mantenerse en cifras similares a las de otros años, aunque los datos no son tan firmes.

PIME, por su parte, se muestra más pesimista. El análisis realizado con empresarios turísticos concluye que los resultados económicos previstos para este último tramo de la temporada, el que consolida esos resultados, serán iguales o peores que la temporada pasada. La de 2021 fue, en efecto, de menos a más, de comienzo tardío a mediados de junio y elevada ocupación a medida que desaparecieron límites a la actividad a final de campaña.

La dinámica de este año es diferente, marcado por un fuerte arranque en abril y mayo, pero enturbiado luego por los malos datos de la inflación. Esa es una de las razones en las que justifica PIME la «pérdida de confianza en los últimos meses de la temporada», expone en un comunicado.

Alude a la merma de poder adquisitivo que sufren las economías familiares para destinar al ocio. Los incrementos continuos de suministros como el combustible y la electricidad, el encarecimiento de la cesta de la compra, la subida de los tipos de interés y, en el ámbito empresarial, «la incertidumbre que provoca no vislumbrar un futuro a corto y medio plazo que enderece esta situación», escribe la patronal.

La náutica y la restauración, dos importantes segmentos de negocio estival, son los más pesimistas en cuanto a mejora de los resultados del 21. En la misma línea se sitúan las empresas de renta a car, que «mayoritariamente prevé una progresión económica negativa», señala PIME. Solo el comercio mantiene sus expectativas de prolongar el repunte que ha registrado en julio y mejorar su facturación.

Los hoteleros sí reconocen cierta ralentización en las reservas para la última semana de septiembre y octubre fundamentalmente. «Son reservas a corto plazo y el cupo es muy bajo, casi todo está vendido con anterioridad», explica Luis Pablo Casals, presidente de Ashome.

Destaca además el buen nivel mostrado por el turismo británico, «que sigue siendo fundamental para los extremos de la temporada», afirma. La razón del descenso en las cifras globales de este mercado la explica en la diversificación que los empresarios han realizado para reducir la dependencia del mismo después de la experiencia que había dejado la pandemia.

La incógnita del 23

El verano ha mostrado en toda su potencia las ganas de viaje y vacaciones provocados por los dos años del miedo. Ni el encarecimiento de precios ni la incertidumbre inicial de la guerra en Ucrania han alterado los planes que las familias habían hecho.

Desde el punto de vista hotelero lo que preocupa realmente es el próximo verano después de uno tan intenso como el actual. «Se ha abierto una fuerte incógnita sobre el invierno, si las previsiones económicas no acompañan, si la situación empeora en los próximos meses, sin dinero, no viajas en verano», valora Luis Pablo Casals, presidente de los hoteleros menorquines.

La anunciada recesión en el Reino Unido constituye un elemento de preocupación. Los empresarios de viviendas turísticas alertaban hace unas semanas de la caída de las reservas al 45 por ciento en el último tramo de la temporada, dato que relacionaban con esa causa.

Sin embargo, el flujo turístico mantiene las expectativas manifestadas desde comienzo de temporada. Los datos siguen siendo buenos, «el problema radica tal vez en la gestión de esas expectativas», asegura un economista, quien al igual que Casals apunta hacia el próximo verano con cierta inquietud. «La coyuntura internacional de guerra e inflación no dibuja un buen escenario y las ganas de viajar tal vez no sean tantas», apunta.

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