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Un trampolín para el complicado salto al mercado laboral

Tres jóvenes que tienen un primer empleo gracias a programas del SOIB explican las dificultades para acceder a un trabajo

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Kerly, Gerard y Judith son tres jóvenes menorquines de entre 23 y 24 años que han recuperado la esperanza y creen que para ellos también existe un futuro laboral. Tras finalizar sus estudios en distintos puntos de España y volver a Menorca, han pasado de tener dificultades para acceder al mercado de trabajo por falta de experiencia a ocupar un puesto relacionado con sus estudios en el sector público de Maó. Y todo esto gracias a distintos programas de empleo que promueve el SOIB, dirigidos a fomentar la capacitación laboral de los jóvenes y mejorar su ocupabilidad.

«Siempre piensas un plan B o C cuando no encuentras trabajo de lo que has estudiado y sientes que no has triunfado», explica Kerly, criminóloga de 24 años que acaba de firmar un contrato de un año con el Ayuntamiento de Maó para trabajar con la Policía Local. «Creo que esta es una gran oportunidad que dará valor a mi currículum y mejorará mi inserción laboral», añade. Ella, como el resto de jóvenes entrevistados, considera que «nuestra generación está viviendo una crisis tras otra y nuestro futuro es muy incierto».

Más en Menorca, opina Gerard, socorrista y monitor de tiempo libre de 24 años, que añade que «aquí es muy complicado encontrar un trabajo relacionado con lo que has estudiado». La falta de información y recursos, dicen, influye en que muchos jóvenes reniegen de Menorca. «Creo que no hay muchas facilidades y    prácticamente todo está enfocado al turismo», explica Judith, educadora social de 23 años que, tras haber sido admitida en uno de los programas del SOIB, trabajará durante un año en la residencia geriátrica de Maó.

«Esta realidad nos desmotiva bastante a los jóvenes que tenemos otros estudios o metas», agrega Judith. Los tres tienen muy claro lo que quieren. Tienen el convencimiento y la pasión por ejercer su actividad profesional en el ámbito de la criminología, en torno al mar y el sector social. «Futuro hay, pero es complicado», advierte Kerly, quien agrega que «las empresas buscan profesionales con experiencia, pero no puedes cumplir ese requisito si nadie te da una oportunidad».

«A los jóvenes nos cuesta mucho acceder al mercado laboral por falta de experiencia», reconoce Judith, pero este tipo de programas «mejoran las posibilidades de inserción», declara Gerard.

«Mi plan de futuro incluye trabajar cerca del mar y en un campamento»

■ Gerard Martínez. Socorrista y monitor de tiempo libre, 24 años. Aunque estudió un grado superior de diseño 3D y fabricación mecánica, Gerard está a punto de finalizar el programa mixto del SOIB de formación y ocupación, mediante el cual ha podido adquirir conocimientos de seguridad y vigilancia para desempeñar sus funciones en espacios acuáticos y naturales. También se ha formado como monitor de tiempo libre. A diferencia del programa Joves Qualificats, este permite a los inscritos acceder a un puesto de trabajo y a la vez recibir formación, lo que les lleva a obtener un certificado de profesionalidad. «Principalmente me apunté porque me gusta mucho el mar y faltan socorristas en la Isla», aclara. A sus 24 años, reconoce que siente pasión por el mundo marino y que le motiva trabajar cerca del mar. Por esto, dice, ha sido un gusto trabajar en Sa Mesquida y Es Grau. Su formación como monitor de tiempo libre también le ha permitido ocupar un puesto en el Espai Jove de Maó. Ahora, hasta que finalice el contrato a principios de diciembre, trabaja como socorrista en el Polideportivo de Maó. «Durante un año he podido conocer diferentes puestos de trabajo y relacionarme con mucha gente», declara. Confía en que toda esta experiencia que ha conseguido le abrirá las puertas al mercado laboral y confiesa que «mi plan de futuro incluye trabajar cerca del mar y en un campamento o escuela de verano».

Gerard es socorrista en el ‘poli'.  | Gemma Andreu

«Me motiva poder crecer en el ámbito que me pertoca por mi titulación»

■ Kerly Bejarano. Criminóloga, 24 años. Tiene 24 años y reside en Maó. Kerly ha estudiado la carrera de Criminología en la Universidad de Girona y, por culpa de la pandemia, no pudo terminar las prácticas presenciales en la prisión de Figueres. A raíz de esto, volvió a Menorca y se inscribió en el SEPE y el SOIB por si surgía alguna vacante relacionada con sus estudios para ir adquiriendo experiencia. Surgieron dos ofertas, una en Ciutadella y otra en Maó, donde fue aceptada. Entonces entró en el programa Joves Qualificats, que le permitirá durante un año desempeñar funciones relacionadas con su formación en la Policía Local de Maó. «Estoy con la policía tutor, que se encarga de los menores», aclara. Además de dar apoyo, ofrece su visión como criminóloga en diferentes talleres o charlas y comparte sus propuestas. «Me motiva tener la oportunidad de poder crecer en el ámbito que me pertoca por mi titulación», dice. Reconoce que «he tenido muchas dificultades para encontrar un puesto de trabajo relacionado con la Criminología, porque abarca muchos sectores y, al final, las pocas ofertas que hay dejan fuera a los criminólogos». Por ello, esta oportunidad supone para ella «un desahogo».

Kerly trabaja en la Policía Local de Maó.   | Josep Bagur Gomila

«Los jóvenes queremos trabajar, tener una vivienda y una vida estándar»

■ Judith San Miguel. Educadora social, 23 años. Judith se define como una «friki» de todo lo que tenga que ver con la Educación Social, la intervención con personas, la salud mental y la atención a la gente. Además, reconoce que es muy «inquieta» y que le encanta descubrir cosas nuevas. Tras volver de Valencia, donde estudió la carrera universitaria, fue aceptada en el programa Joves Qualificats y, gracias a eso, ha logrado un puesto de educadora social en la residencia geriátrica de Maó. «Estoy muy contenta», reconoce, aunque confiesa que «no tenía pensado trabajar en un entorno como este y, aún así, me está gustando mucho». Junto con sus compañeras del área psicosocial, analiza la situación y organiza actividades «para garantizar que las personas que residen aquí estén a gusto y tengan la mejor calidad de vida posible». Agradece tener esta oportunidad durante un año para adquirir experiencia y mejorar su currículum, porque ve un futuro «precario» para los jóvenes. «Tenemos pocos recursos para acceder, por ejemplo, al trabajo y a la vivienda», dice, «y es necesario dar voz a esta realidad y poner sobre la mesa soluciones». A este respecto, reivindica que «nosotros también queremos trabajar, tener una vivienda y, en definitiva, una vida estándar». Por el momento, es positiva y cree que, tras la experiencia adquirida en la residencia geriátrica de Maó en el año que sigue, «será más fácil la inserción laboral».

Siente pasión y tiene vocación por ejercer su actividad profesional y tiene la «inquietud» de seguir en el mundo de la Educación Social. «Veo posibilidad de dedicarme a lo que me gusta, pero creo que hay poca promoción y que habría que visibilizar más este sector», expresa.

Judith trabajará un año en el geriátrico. | Josep Bagur Gomila
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